Semana 21. Vivir sola estando embarazada

Ya tengo 21 semanas y media. El lunes que tuvimos la ecografía morfológica del segundo trimestre me confirmaron que hasta el momento todo está dentro de lo normal y que al parecer todo va bien. Y digo al parecer, porque uno nunca sabe qué puede pasar más adelante. Aunque siempre es bueno mantenerse con mente positiva, tampoco lo ideal dar las cosas por sentado. Así que cada semana que pasa es un motivo de celebración. Vera ya está pesando casi medio kilo, y en esta ecografía no se dejó ver la carita porque ya está de cabeza y de espaldas. Es una rebelde sin causa. Lo que se hereda no se hurta.

 

Siempre he oído que una vez que nos convertimos en mamás, las preocupaciones no acaban nunca. ¡¡¡No sé en qué me he metido!!! Jajaja. Francamente una de las preocupaciones más grandes que tengo es seguir viviendo sola mientras Vera está en mi panza. Por ahora, con casi 5 meses (tengo ya 21 semanas y media) la panza va in crescendo. Cada vez me cuesta más levantarme de la cama, agacharme a recoger las cosas que se caen, me preocupa bañarme y caerme en la ducha porque no habría quién me saque de ahí. No me siento en total libertad de sacar la basura, de pasear a mi perra, o subirme a la banqueta para sacar algo que está en las repisas altas porque me preocupa pensar en que podría pasarme algo y no ser capaz de hacer algo al respecto. Ahora más que nunca me muevo hasta al baño con mi celular, porque si en caso tengo algún accidente sé que podré hacer alguna llamada. De hecho en este momento sí me gustaría poder estar acompañada por más que mi pequeña manada de perra y gatas, porque aunque intenté, no han aprendido a hacer llamadas telefónicas…

 

Volver a casa de mi mamá no es una posibilidad. Nos amamos, pero ambas sabemos que es mejor que cada una tenga su propio espacio. Tenemos personalidades muy fuertes, y siempre terminamos chocando. Por otro lado, tengo 3 gatas y una perra que no pretendo abandonar o dar en adopción, menos aún teniendo en cuenta que yo las rescaté y que son una parte fundamental de mi vida, y a mis papás no les haría ninguna gracia que yo llegara con toda mi mancha. Y claro, también está el hecho de que el estudio de fotos no podría mudarse a la sala de la casa de mi madre sin que a ella le da un paro cardíaco. Así que bueno, por el momento esto es lo que me toca vivir. Así que me toca ser más precavida de lo normal y tomarme la vida con calma para no ponerme en riesgo. Ahora me muevo como tortuguita, asegurándome que cada paso que doy es firme y que no caeré. Si salgo a caminar, trato de evitar los charcos de agua, y siempre ponerme zapatillas para no resbalarme. Creo que mi perra sabe bien lo que pasa porque camina a mi lado sin jalarme.

 

No hay día que no extrañe ir al mar, pero ya habrá tiempo y más oportunidades de ir a correr tabla una vez que mi beba haya nacido. Y espero poder enseñarle el amor y el respeto al mar y la pasión por el surf. Ojalá ella sí se anime a correr tabla desde pequeña, como no lo hice yo.

 

Leí un post de una amiga que decía que el embarazo no es una enfermedad, sino una etapa para seguir viviendo la vida a full. Y yo solo pensaba que en realidad cada mujer vive cada uno de sus embarazos siguiendo el ritmo y el instinto del cuerpo y del bebe. La veo andar en tacos, y yo quisiera que ya hiciera calor para poder andar en chanclas. A mi no me provoca salir, me provoca estar tirada en mi cama con mis hijas cuadrúpedas viendo series en Netflix, o leyendo, o escribiendo o viendo fotos. Así que no lo tomo como un tiempo de enfermedad, pero si de concientización, de disfrutar de la revolución que estoy produciendo en mi pancita. ¡Cómo me doy cuenta de lo importante que es seguir el instinto propio y lo fácil que es juzgar a otras mamás! Cada una de nosotras cría a sus hijos como mejor le parece. Lo único que siempre habría que tomar en cuenta es que sin importar nada, el respeto por los demás y la buena educación son cosas indispensables en la educación de todo niño.

 

Aunque a veces me cuesta un poco aceptarlo y me dejo nublar por las preocupaciones del día a día, estoy agradecida con el universo por darme la fuerza para seguir cumpliendo mis sueños, por no dejarme vencer por los obstáculos que se me presentan, por siempre darme más oportunidades para caer y levantarme, por rodearme de personas buenas y sobre todo por darme la oportunidad de sentir y saber que tengo una minimi creciendo en mi wata. Quedan 17 semanas de espera. Cada sábado celebro que estamos a una semana menos de conocernos.

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