Vera Rocfort fotografía newborn bebe recien nacido fondo blanco Lima Perú Natalie Rocfort

Cosas que necesitan los bebes

Cada vez que tengo sesiones newborn, me quedo conversando con las nuevas mamás sobre artículos básicos para bebé que yo considero importante tener durante los primeros meses de vida de nuestros pequeños. Yo ya que los probé cuando Vera era pequeñita y la verdad es que me ayudaron muchísimo a tener una maternidad mucho más tranquila y llevadera. Así que aquí les dejo un listado de las cosas que les recomiendo tener antes de que nazca su bebé.

 

De paso también les dejo la mejor manera de ayudar a un bebé a dormir: RUIDO BLANCO!!!

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Chihuahuas Perritos recién nacidos fotografia de mascotas Lima Perú

Nuestros hijos de 4 patas

Si hay algo que siempre me arregla el día cuando estoy triste es ver fotos de perritos, o videos de rescates… o cualquier cosa con animalitos 😀 Así que imagínense mi alegría cuando hice estas fotos de perritos recién nacidos 🙂

 

El amor por nuestras mascotas no lo entiende nadie más que nosotros y otras personas que tienen mascotas y las quieren como si fueran hijos. Y es que nuestros peluditos de 4 patas se ganan nuestros corazones y son parte de nuestra familia. Por eso nunca entenderé a la gente que abandona a sus mascotas, o a esa gente de m…da que maltrata a los animales. Es importante inculcarle a nuestros hijos el respeto por la vida desde que son pequeños.

 

No puedo contarles las ganas que tengo de adoptar otro perrito! Desde que se me fue la Negrita el año pasado, muero de ganas de tener otro cachorro en casa. Y de verdad todas las noches me pongo a ver las páginas de centros de rescate, albergues y rescatistas y me muero de ganas de llamarlos y adoptar una perrita. ¡Si por mi fuera tendría mi casa llena de más gatos y perros!

 

Claro, tenemos 3 gatitas, pero tener un hijo canino es diferente. Vera ama a nuestras gatas, pero ellas no aguantan mucho cariño y después de un rato de aguantarle los mimos, se van corriendo y se suben al techo de la casa. jajaja

 

En fin, el hecho es que La Negra se me murió ya de viejita y de enfermita en Febrero del 2020, y ahorita quisiera darle un hermanito canino a Vera. Pero la coyuntura actual hace que me mucho miedo adoptar, porque es una gran responsabilidad. Tener una mascota de manera responsable implica tenerlos con las vacunas al día, desparasitaciones, visitas periódicas la veterinario, una alimentación balanceada y demás obligaciones que por el momento me cuesta muchísimo asumir. Y Vera cada vez que ve un perro por la calle se vuelve loca y lo quiere agarrar.

 

En fin, ya habrá oportunidad…

 

Mientras tanto, les dejo algunas fotos y el video del detrás de cámaras de una sesión de cachorros newborn para alegrarles un poco el día 😀

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Vera Rocfort fotografía bebe sitter fondo rosado temática fiesta de te Lima Perú Natalie Rocfort

La Nostalgia

Hace unos años, Morfi Jimenez, un gran amigo y para mi uno de los mejores fotógrafos peruanos, me invitó a su estudio para hacerme fotos. Cuando las vi pensé «asu, que vieja y gorda estoy». Y él me respondió: «míralas con más cariño… en unos años las vas a volver a ver y vas a pensar lo joven y hermosa que te veías en esa foto, y cómo no supiste darte el crédito necesario». Desde ese día me trato con más cariño, y veo mis fotos y las fotos de mi enana con muchísima más nostalgia que nunca. También le perdí el miedo a hacerme más fotos con ella, porque hubiera pensado «no, qué me voy a tomar fotos, si tengo que bajar de peso». Con panza, con las tetas caídas después de la lactancia, como sea que esté en este momento, me voy a seguir haciendo fotos con mi hija sin miedo al qué dirán. ¡Qué importa el qué dirán! Lo que me importa es ser una misma feliz y enseñar a tu hija a no valorarse según lo que los demás piensen de uno.

 

La vida pasa en un segundo. Los hijos crecen. Las cosas cambian. Y no podemos dejar de vivir el presente solo porque creemos que más adelante va a ser mejor. Eso de que dicen que el presente es un regalo, es la verdad absoluta. No tenemos la vida comprada, así que ¡disfruten de lo que tienen! Salud, a su familia, amigos, sus hijos… de todo! No se trata de ser mediocre y conformarse con cualquier cosa. Se trata de darle el valor necesario a lo que tenemos, sin desmerecerlo porque queremos algo más o mejor.

 

En esta foto Verita tenía un año y medio, y empezaba a correr y a hablar. Ahora tiene dos años y medio, y es una pequeña bala perdida que habla hasta por los codos. Hubiera querido que experimente tantas más cosas! Pero claro, el encierro de la pandemia, no ha ido a clases de nido, ni de natación, ni ha podido ir a todas las fiestitas infantiles de los amiguitos, ni nos hemos podido ir de viaje todo lo que hubiera querido… Sin embargo, hemos podido pasar mucho tiempo juntas… mucho más que si hubiera seguido trabajando al ritmo que chambeaba desde que ella nació. Hemos jugado juntas, hemos leído muchos cuentos, hemos disfrutado la una de la otra, y es algo que agradezco y que siempre valoraré. Porque si, qué estrés no poder trabajar y generar el dinero necesario para poder mantener el estilo de vida… pero qué hermoso haber podido gozarme a mi hija todo este tiempo. Como todo en la vida, la pandemia también tuvo algunos puntos a favor (aunque bastante más en contra… pero había que encontrarle el lado amable). Y es que de verdad que en la vorágine de querer generar más y más dinero todos los días, a veces perdemos el horizonte y no vemos lo que es realmente importante: el tiempo con la gente que amamos.

 

Por aquí les dejo el videito que hicimos poco antes de que empezara la primera cuarentena en marzo del año pasado. ¡No puedo creer lo chiquitita que estaba mi Veri!

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Fotografía de Mamás dando de lactar Lima Perú Natalie Rocfort

Semana Internacional de la Lactancia Materna

¿No les ha pasado pararse de la cama en medio de la noche y sentirse totalmente solas? A pesar de tener a la familia, a los hijos, al esposo/no esposo al lado… a veces una se siente super sola. Como si fuésemos nosotras contra el mundo… A mi me pasó algunas veces, y en esos momentos lo único que me consolaba ver a mi hija y decirle en voz bajita: «tu y yo podemos contra el mundo, siempre juntas». Luego me preguntaba si había tomado una buena decisión apartando al progenitor de Vera de la «figura familiar» (mi respuesta siempre ha sido «si, fue una buena decisión»). Y me preocupaba que esas angustias y estrés hicieran que se me secaran las chichis y que no tuviera más leche… pero felizmente eso no pasó. Luego lloraba un rato antes de volver a echarme a dormir.

 

Este año, como el año pasado, me provocaba repetir la experiencia y volver a convocar a un grupo grande de mamás lactantes a reunirnos en un parque y a hacer una gran foto en exteriores y con mucho verde alrededor, con una gran mancha de mujeres hermosas, celebrando la semana internacional de la lactancia materna. A lo mejor el próximo año hacemos una foto así pero en mi estudio de fotografía. ¿Qué les parece? A hacer mini sesiones de fotos de lactancia todas juntas y luego cada una por separado.

 

Pero una vez más el Covid me jugó una mala pasada y una vez más no pude hacer la convocatoria.

 

Lo que sí, es que unas semanas antes de todo esto, convoqué a un grupo lindo de mamás a mi estudio a hacerse fotos de lactancia y que nos contaran sus experiencias. ¿El objetivo? ¡Saber que no estamos solas! La maternidad puede llegar a ser muy solitaria a pesar de tener a gente visitándonos todo el tiempo. Entonces qué importante es conectar con otras mamás y hacer tribu. Qué importante es conectar con otras mamás y compartir experiencias, y así de alguna manera sentirnos acompañadas. Que lindo es poder conocer las experiencias de otras mamás que han logrado la dura tarea de continuar con la lactancia por el tiempo que su cuerpo y mente le permitieron.

 

Por aquí les dejo este primer video de Maria Ximena, ¿y cómo fueron sus experiencias con la lactancia?

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¿Y ahora quién podrá defendernos? – Segunda cuarentena

Han pasado dos años, y entre una y otra foto no solo hay una gran diferencia en Vera (que ahora ya sabe abrir las puertas, contar hasta diez y todos los días me sale con palabras nuevas), sino también en mi. Como mujer, nunca hubiera creído lo difícil que es ser mamá. Como mamá, nunca hubiera creído lo difícil que es ser mujer.

 

Así que no, no es fácil. Es de hecho, el reto más difícil que he asumido en mi vida (y miren que hice un MBA habiendo estudiado comunicaciones… jajaja).

 

De hecho, si hubiera sabido que ser mamá iba a ser así, me lo hubiera pensado muchísimo más. Y tal vez lo hubiera dudado… tal vez hubiera querido esperar a conocer a alguien que se mereciera ser su papá. PERO la verdad es que nunca se está totalmente segura, ni preparada. Por otro lado, a mis 34 años, si me volvía a sentar a esperar a esperar a conocer a alguien, me iban a salir raíces. Nunca he tenido buena suerte con los hombres… o tal vez es que el tiempo y la vida me han enseñado a no conformarme a lo poco que ofrecen… esto también creo que sería motivo de otro post…

 

Ser mamá es duro y muchas veces solitario. Si a eso le suman ser mamá soltera sin apoyo de un papá, intentar mantener un negocio propio a flote, la pandemia, el encierro y la incertidumbre a la que nos ha sometido este gobierno con sus cuarentenas que se extienden sin un horizonte claro… Mantenerme cuerda y con una sonrisa en la cara es sencillamente el reto más complicado de este último año en pandemia, que más parecen 10…

 

Así que vengo pensando hace justamente dos años en escribir una especie de «manual de maternidad» pero sin romanticismos ni vaselina, en el que me contaran algunas cosas de las que nadie habla. Estas son algunas cosas que me hubiera gustado que me digan:

 

1.- Si vas a ser mamá soltera, asegúrate de no necesitar al padre para NADA. Ni económica ni emocionalmente. Y si va a haber padre presente, que puedan tener una relación de amistad sana y con acuerdos, para que no sea un infierno de toxicidad. Aunque creo que esto también aplica para parejas con hijos ^_^ La idea romántica de la figura paterna saludable y siempre presente, hoy en día es más un albúr que una realidad. Le duela a quien le duela.

 

2.- Piensa bien cómo vas a afrontar la explicación con tu hijo sobre la figura paterna porque por todos lados se sigue reforzando la imagen de la “familia – Feliz” y “completa” que incluye a los padres. Yo a mi hija ya le empecé a decir que en nuestra familia tenemos un montón de tíos y tías que la adoran, pero que en nuestra familia por ahora no hay un papá y que eso está bien. Aunque ahora que lo pienso, esto también aplica a familias que empiezan como familias, y que luego tiene un padre que trabaja demás… o que se consigue otra familia… tema largo que también va para otro post.

 

3.- Asegúrate que si decides tener un hijo, no sea por motivos tan idiotas como «porque todos tienen hijos», «se me pasa el tren», «el reloj biológico», «porque todas las parejas los tienen» o motivos por el estilo. Porque si tener un hijo no es fáciil, sentirse feliz por obligación es una tarea imposible.

 

4.- Tampoco los tengas porque siempre lees a todas tus amigas hablar sobre el amor maravilloso e infinito de los hijos. Porque SI, es el amor más puro e increíble que conocerás en tu vida, pero para recibirlo, también debes ser capaz de darlo con paz y salud mental. Sino los hijos se vuelven una especie de flotadores emocionales que terminan cargando con un peso que no les corresponde…

 

5.- Sentirse mal está bien. Estar cansada está bien. Necesitar un alto y hacerlo, está bien. No hacer todas las cosas que están en tu lista está bien. No ser una wonder woman está bien. Tener la casa sucia, los platos sin lavar, la ropa tirada, no le hace daño a nadie de vez en cuando. Nada de esto te hace mala madre. Es de valientes reconocer que hay algo que arreglar, y tomar las medidas necesarias. Tomarse un descanso, dejarse caer y luego levantarse, es necesario.

 

6.- Si necesitas ayuda, grita. No te quedes callada.

 

7.- Rodéate de mamás que te sumen, no que te critiquen porque aún le das la teta, aún no le quitas el pañal, aún duermes con tus hijos. Rodéate de personas con quien puedas compartir y que estén dispuestas a retribuirte la misma calidad de amistad que tienes hacia ellas. Con los años la cantidad de amigos disminuye, pero la calidad aumenta.

 

8.- Recuerda que vienes a este mundo a ser feliz. No a ser complaciente.

 

9.- Haz al menos un curso de primeros auxilios.

 

10.- Ten siempre al menos una botella de tu licor de preferencia y una barra de chocolate en tu alacena. Y hazte a la idea que puedes romper el vidrio en cualquier caso, no solo en emergencias… ^_^

 

Por ahí tengo varias más, que ya

 

En fin, se leerían un libro así?

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Continúa la cuarentena

Mañana Vera cumple 1 año 3 meses. Y hoy acaban de anunciar que la cuarentena se ampliará 13 días más. Con lo que es poco menos de un mes que vamos a estar en casa sin salir. La que menos está en modo #memuero y #ahoraquehago. Si sumado al estrés de no salir añaden a una niña de poco más de un año con mamitis/tetitis y a la que le están saliendo dientes… ya se imaginarán que tienen un coctel bien simpático. Si no fuera por todos los pelos que se me cayeron por la lactancia, me los estaría arrancando yo por estar al borde de la desesperación…. Pero caballero, es lo que toca.

Cuando me enteré que estaba embarazada (hace ya casi 2 años) empezó a invadirme el miedo. Miedo a muchas cosas como hacerle frente a la maternidad por mi misma, a si sucedía algo durante el embarazo, si le iba a generar traumas a mi hija con una mala crianza. Pero nunca se me ocurrió que pasaríamos por una pandemia mundial. Vamos… de verdad ¿a quién se le podría haber ocurrido?

 

Lo cierto es que unos días antes de que empezáramos a oír sobre el coronavirus, yo habìa comenzado a ver un documental en Netflix que se llama “Pandemia”. No les recomiendo verlo ahora que estamos en esta coyuntura, dicho sea de paso. La pregunta en este documental no era si volveríamos a pasar por una pandemia como en décadas y siglos anteriores… sino cuándo iba a suceder. Pero claro, nosotros los peruanos que hemos y seguimos conviviendo con brotes de dengue y malaria, tuberculosis, que sobrevivimos al cólera de los 80s y 90s, a los gobiernos de Alan García, al terrorismo, al Fujimontesinismo… ¿qué íbamos a imaginar que este maldito virus reloaded sería como el peor de los joeputas villanos cinematográficos y que se expandería tan velozmente por todos lados? Por una vez, la tecnología nos da tremendo jaque mate, porque sin aviones la expansión no sería lo que es hoy en día. Lo que sí, la Madre Tierra se está dando un buen respiro de nuestra plaga llamada humanidad. Ojalá ese respiro no tuviera que ser tan ocasional ni tener un motivo tan nocivo para el humano como especie.

 

HOWEVER, e intentando ver las cosas por el lado amable (porque sino seremos presas del pánico colectivo) tener dos semanas más de aislamiento social frente a nosotros, aunque se puede convertir fácilmente en un motivo de desasosiego no sólo por la posibilidad de caer enfermos, sino además por las consecuencias económicas que esto está teniendo para TODOS, debe motivarnos a respirar bien profundo (recomendaría que empiecen a meditar si no lo han hecho antes) y a continuar el camino que nuestro gobierno ha trazado para poder superar esta crisis. Les guste o no, esto es por el bien común y hay que acatarlo. AJO Y AGUA, señoras y señores. Ajoderse y aguantarse… Finalmente en Perú la cosa aún no se descontrola, y es tarea de todos que esto siga así. Sabemos que todos queremos desquitarnos y largarnos a la playa y abrazar a toda la gente que queremos. Pero creo que a partir de hoy vamos a tener que ser más japoneses y menos latinos.

 

Leí un artículo muy interesante en el que comentaban que la tasa de contagio y mortandad en Japón es una de las más bajas en el mundo. Y exploraban la posibilidad de que esto fuera por las maneras sociales de los japoneses: ellos no dan la mano y menos besos para saludar, y además mantienen una distancia entre personas de por lo menos un metro. Sino recordemos al señor Miyagui, la clásica Oyuqui, Oshin… o cualquier novela, serie o película de su preferencia de origen o referencia japonesa. Hai!

 

Aquí viene la pregunta del millón: ¿qué más hacer durante los próximos 15 días? Agarren un libro, vean una serie, empiecen una rutina de ejercicios, jueguen con los juguetes que tenían por ahí tirados y que no agarran por falta de tiempo en la “regularidad” del tiempo. Hagan manualidades, dibujen… sigan limpiando. Y sobre todo pasen tiempo de calidad con sus peques.

 

Peace out.

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Maternidad en la época del #CORONAVIRUS

Día 2 de #aislamientosocial.

 

Estoy aprovechando en ordenar mis papeles. Despertarme temprano y leer el libro que tenía en mi mesa de noche. Revisar correos, whatsapps. Sacar los papelitos de mi billetera. Cocinar rico. Estoy aprovechando en jugar con Vera un poco más de la cuenta, porque con el juego y los apapachos no hay exageraciones. En estos días limpiaré ventanas, arreglaré los cajones y las despensas, lavaré ropa, moveré las camas para pasar la aspiradora. En resumen, estamos aprovechando los días en casa para hacer todo eso que en el día a día se hace imposible por la velocidad con la que hay que vivir. Todo esto, sabiendo que allá afuera la cosa está brava. Y que quedarse en casa es una medida de prevención que hay que tomarse bien en serio. Que el #coronavirus, aunque con una mortalidad bastante baja en comparación a otros virus, está afectando a miles de personas y que la única manera de contenerlo es poniendo al mundo en cuarentena. No es ser alarmista, es ser solidario.

 

Ser #mamá es una de las cosas más aterradoras que me ha pasado en la vida. Antes de tenerla era una mujer valiente, aventada, sin muchos temores. Pero desde que salí embarazada todo me da miedo. No me malinterpreten. No son fobias. Es que todo lo que nos rodea representa una amenaza en potencia. Tengo miedo por todo de lo que tengo que proteger a mi hija.

 

Yo nunca he sido demasiado metódica con la limpieza y el orden. Es decir, dejo que Vera se tire al suelo y agarre la tierra de nuestro jardín. Que duerma con mis gatitas y con la Negrita cuando aún vivía. Dejo que se moje con la manguera cuando hace calor, y no me da el soponcio cuando la veo metiéndose algo a la boca (aunque obvio sí intento ver qué es y sacárselo). Pero saber que hay un virus dándole la vuelta al mundo y que lo único que podemos hacer es quedarnos en nuestras casas y lavarnos bien las manos, me da una sensación de desesperanza que no sé si alguna vez me podré quitar de encima. Intento respirar profundo y tomarlo con calma, pero lo cierto es que el coronavirus es solo la cereza que decora el pastel. Es terrible que una cosa decante en otra y estar escribiendo esto que tal vez pueda ponerlas más intranquilas, pero creo que esta cuarentena debería servir también como un espacio de reflexión. Todos los días se ven barbaridades por todos lados. No solo robos, violencia y corrupción política. Sino violaciones, asesinatos, guerras, el cambio climático… ¿Qué mundo le estamos dejando a nuestros hijos? ¿En qué mundo nos hemos acostumbrado a vivir, mirando al lado cada vez que vemos que algo malo está sucediendo? ¿Tan ciegos estamos que nos limitamos a seguir mirando la pantalla de nuestros celulares mientras que afuera la cosa está tan podrida?

 

¿Es cierto que una sola persona no puede cambiar el mundo? Me atrevo a decir que esto no es cierto. Sí que hay personas que pueden cambiar el mundo con sus actos. Y somos todos nosotros. Aunque tal vez no sean grandes actos heroicos, aunque no salvemos elefantes, o creemos máquinas que limpien los océanos. Aunque lo que hagamos tal vez no se publique en redes, ni sea reconocido por las masas, sí podemos hacer cosas pequeñas para cambiarle el mundo a nuestros pequeños. Para cuidar a nuestras familias, a nuestras comunidades. Cosas que harán que nuestros hijos sean personas de bien, solidarias, empáticas, responsables. Y no estoy hablando solo de ordenar su ropa y hacer sus tareas, sino de ser socialmente responsables. Podemos modificar nuestras acciones para que nuestros hijos aprendan con el ejemplo. No tiren basura en la calle, recojan las caquitas de sus perros, no estacionen donde no deberían, aprendan a compostar, separen sus plásticos, no sean consumistas. Cuando vean a alguien haciendo algo que no es correcto, háganselo saber, ayúdenlos a corregir sus errores así protesten o se arme un lío en la calle. Dejen de mirar a otro lado. Hay ¡TAAAAANTO! por hacer…

 

El coronavirus es un virus que poco a poco se podrá controlar y en su debido momento llegará a su fin. Con paciencia, con amor y sobre todo haciendo caso de las medidas que se están tomando para aplacarlo.

 

Pero hay cosas más grandes e importantes que también están sucediendo en el mundo y a las que debemos de hacerles caso, como le hemos puesto atención al control de esta enfermedad. ¿No les parece?

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5 meses y medio después

Claro, de todas maneras iba a postear todos los días. Jajaja! ¡Estaba claro que no tenía ni idea de cómo era ser mamá! ¡Con las justas tengo tiempo para ir al baño con tranquilidad! Y aunque Vera es tranquila, hay tantas cosas por hacer que las horas no alcanzan. Así que simplemente en lugar de hacer una lista de cosas por hacer, haré listas de cosas que no debo hacer para así ocuparme de lo verdaderamente importante.

 

Aún cuando tengo toda la intención y pienso todos los días en escribir un nuevo post, la verdad de la milanesa es que no me da el tiempo. Ni el tiempo, ni la vida y a veces tampoco las ganas. De hecho, este mismo post lo vengo escribiendo hace dos meses y recién lo vuelvo a agarrar con la intención de acabarlo y publicarlo de una vez. Aunque sospecho que entre las sesiones que hoy tengo, y que el día se pasa volando, no lo lograré. Pero haré mi mejor esfuerzo. Nunca en mi vida habia sido tan sincera como hoy en dia. No hay tiempo ni para darse un buen baño la verdad jajaja. Si, la verdad es que me preocupa no seguir siendo productiva como antes, pero sinceramente, me preocupa más que mi hija crezca y no haber sido parte sustancial de ese desarrollo, no verla crecer y alcanzar los pequeños logros de su infancia. Los bebes crecen todos los días, y yo tengo la enorme suerte de poder trabajar en casa y estar ahi para ella, aún cuando estoy haciendo fotos, respondiendo correos o mensajes, viendo la estrategia de marketing o pensando en qué más hacer para seguir generando dinero y darle todo lo que necesita. Hasta que me doy cuenta que lo único que realmente necesita es a mi. Mi amor, mis cuidados, mi atención. Así que intento no preocuparme de nada más. El trabajo siempre va a estar ahí. Las preocupaciones, las ganas de seguir creciendo, el empuje para darle a mis negocios siempre van a estar ahí. Pero mi hija no siempre va a ser pequeñita. Así que me la como a besos todas las mañanas. Nos despertamos, cantamos la canción de Buenos Días, tomamos desayuno juntas, nos bañamos juntas, la cambio, le hago un masaje, le doy su teta y la acompaño a hacer la siestita. Y luego viene el trabajo. Todo esto me lleva a comentarles entonces que ser mamá también me está enseñando a ser mejor jefa. Las chicas que trabajan conmigo en el estudio son parte indispensable de mi equipo y ahora también de mi vida, porque sin ellas no podría seguir llevando adelante el estudio, evidentemente. Así que soy un poco más mamá que nunca. Y aunque me cueste decirlo, me doy cuenta que soy recontra mamá gallina. Más de lo que alguna vez pensé que sería. ¿Para qué negarlo?

 

Estos 5 meses han sido duros. No poder dormir de corrido (aunque el cuerpo se acostumbra a la larga), sentir y saber que me faltan horas al día para seguir chambeando, pero también para jugar con mi gordita, la incertidumbre de si estoy haciendo las cosas bien, la sensación de ya no poder seguir trabajando al mismo ritmo de antes y por ende de no generar el dinero necesario, la responsabilidad que solo se apoya en mis hombros, la sensación de soledad aún cuando tengo a tanta gente que nos acompaña y nos quiere. Ser mamá no es fácil. Es el trabajo a tiempo completo más duro que he tenido en mi vida. Pero es también el más gratificante y el más hermoso. Esto de ser mamá es bipolarizante. Hay días en los que siento que ya no jalo más. Cinco minutos después me sacudo y pienso “sí se puede, dale, vamos por más, ella lo vale”. Y me olvido de la sensación abrumadora de angustia y le sonrío a mi enana que me ve a lo lejos.

 

Antes escribía un post en 15 minutos. Hoy me toma varios días lograr reunir las ideas y el tiempo para escribir algo que valga la pena leer. Me encantaría escribir un manual de maternidad, pero luego me doy cuenta que mi hija tiene 5 meses y se me pasa… Eventualmente, otro de mis grandes sueños de la vida es escribir y publicar un libro. Espero encontrar el empuje necesario para sacar ese proyecto adelante y que deje de ser sueño para pasar a ser realidad.

 

En estos meses, quise escribir sobre varios temas. Pero como les fui contando, nunca encontré el tiempo para hacerlo. Así que ahora les cuento cómo me fue a mi con:

 

  • Los cuidados de la recién nacida: cambio de pañal, baño, ombligo: Tengo que admitir que yo ya venía con un poco de práctica y bastante cancha. A Dios gracias nunca me dio depresión post parto, así que luego de 7 días de pastillas, pasó el dolor de la cesárea y pude seguir atendiendo a mi gordita como si no hubiera pasado nada. La verdad me pregunto si será cierto que uno se identifica o se siente más mamá cuando ha pasado por el trabajo de parto. Supongo que nunca lo sabré, y a decir verdad creo que las que tuvimos a nuestros hijos por cesárea somos tan mamás como las que los paren por vía vaginal. Solo que me quedaré con las ganas de poder tener la experiencia… Entonces, en estos cinco meses me he ido enamorando cada vez más de mi enana, de sus gestos, de cómo va desarrollando nuevas habilidades, de cómo hace dos meses ya la hago reír con mis tonterías y muecas… los bebés son un universo aparte.
  • Los biberones: marcas, materiales, tetinas. Al final nos quedamos con Avent. Aunque como le doy solo leche materna, normalmente no los usa. Solo en los casos raros que yo esté fuera de la casa o demasiado ocupada, puede tomar la leche en el biberón, pero nunca toma más de dos onzas. No sé si sea flojera o que no le gusta la tetina, porque cuando es mi teta, ahí sí se puede pasar HORAS pegada, y hasta me usa de chupón. Y yo no puedo decir que no me gusta. Me seduce con sus ojitos chinitos y me provoca seguir ahí tirada con ella, conversando o en silencio y dándole tetita.
  • Los pañales: seguimos usando los pañales lavables, aunque de vez en cuando, sobre todo cuando salimos, sí le pongo los desechables por practicidad. Andar paseando un pañal sucio en la maleta no es nada agradable y ya hemos tenido algunos inconvenientes. Eso sí, si usamos pañales desechables, compramos la marca Bamboo, que en teoría es la menos dañina para el ambiente.
  • Las noches: ya desde que tenía 4 meses Vera se duerme (inevitablemente, sea donde sea que estemos) a las 7 de la noche. Si estamos en casa, basta con ponerle la pijama, echarla a la cama y darle tetita para que en menos de 5 minutos caiga. Pero si estamos en la calle sí se desata la hora loca, y hasta que yo no la cargo, no para el jaleo. Así que, aunque antes era pateperro y andaba por todos lados sin volver a casa desde el alba hasta el anochecer, ahora que soy mamá ya estoy en casa máximo a las 6pm para no agarrar tráfico y que no se desate la furia de la chinita… jajaja
  • La abuela: aún cuando pensé que mi mamá no sería muy “abuela” porque no es muy de niños (y a pesar de que ya tengo 35 años, no le encantó la idea de que fuera mamá soltera), ahora no puede más con la baba por su nieta. Y eso me hace inmensamente feliz, porque inclusive la dinámica con toda mi familia ha cambiado hacia una relación más cercana y bonita con mis hermanas y papás.

 

Ahora sí, prometo postear al menos una vez por semana, todos los miércoles como a esta hora. ¡Así que sigan sintonizándome a la misma hora y por el mismo canal! ¡Y déjenme sus comentarios para compartir nuestra aventura loca en la maternidad!

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Sábado 2 de febrero 2019 5 semanas

Volví a empezar la cuenta, solo que esta vez ya tengo al más grande y más hermoso amor de mi vida entre mis brazos (no puedo evitar escribir esto sin llorar un poquito, de la felicidad claramente). Evidentemente ahorita no, porque sino no podría estar escribiendo… jaja (¡y lo saben!). De hecho, la acabo de tetear y está noqueada a mi lado, mientras intento teclear despacito para que no se levante… jijii

 

Recién ahora es que tengo un tiempito para sentarme y volver a escribir una nueva entrada a mi blog. Y las que son mamás entenderán el por qué. Este primer mes de Vera ha sido intenso, hermoso, difícil, hermoso, de puro aprendizaje, hermoso, agotador y hermoso y hermoso. Lleno de visitas (algunas más extensas de lo que deberían… por favor, entendamos que las visitas a una mamá recién parida deberían ser cortas y evitando dar consejos que no se piden!!!!), de noches con sueño partido (no me quejo del todo, realmente mi enana es tranquila y no me ha dado noches demasiado duras… pero aún no canto victoria… jajaja. Tengo que seguir agradeciéndole al universo, porque dentro de todo lo difícil que es esta adaptación a nuestra nueva vida de mamá-hija, todo está funcionando a la perfección. Tengo la enorme suerte de ser una fábrica lechera. Produzco tanta leche que he logrado tener un banco de leche para Vera, donar a la maternidad de Lima y también a dos mamis. Todo esto además de darle teta a mi gorda 24/7. Todo el día, toda la noche mi cachetona quiere su teta. Y aunque es agotador y morimos de calor, creo que ambas somos felices de compartir el tiempo, el vínculo y el amor que nos une. Por otro lado, mi recuperación ha sido muy benévola. Pero antes de contarles esto, les contaré un poco todo lo que ha ido pasando en las últimas 5 semanas.

 

Mudarse con una panza de 8 meses y medio de embarazo no es lo más inteligente que he hecho en mi vida, pero es lo que me tocaba hacer en el momento. Así que trajiné como una loca y logré mudar todo en 3 días. Ya instalada en mi nuevo depa, empecé a ordenar la casa. No lograba concebir tirarme en la cama mientras la casa estaba aún patas arriba, así que con panza y todo fui ordenando poco a poco y con ayuda todas las cosas. No concebía que mi hija llegara a una casa sin orden. Así que conforme fui ordenando todo y pasaban los días, mis pies se fueron hinchando, mi cara, mis brazos y toda yo por igual. Aunque no me sentía mal y que es normal estar hinchada durante la última fase del embarazo, tenía la sensación de que había algo que tal vez no estaba del todo bien, así que le escribí a Adolfo, quien me sugirió tomarme la presión. Y claro, en efecto, tenía la presión ligeramente alta. Pero nada grave como para salir corriendo a la clínica. Dentro de unos días tenía el próximo control, así que tenía que seguir controlando la presión un par de veces por día, pero sin alarmarme. Llegó el jueves 27 de diciembre, día del cumpleaños de mi mejor amiga del colegio, y por tradición tenía una cita con ella a la hora del almuerzo para comer el pepián que su mamá prepara todos los años. Pero antes debía ir a mi cita con el doctor, durante la cual Adolfo se percató que mi presión seguía estando alta y que Vera ya no estaba creciendo al ritmo que debería. Así que decidió que era hora de que mi peque naciera. En un inicio nacería el sábado 29 de diciembre, lo cual 1) me quitaba un par de semanas para hacer todas las cosas que había listado, 2) me daba a mi un día y medio para ir a mi casa a sacar mis cosas (el maletín estaba listo hacía varias semanas, pero igual quería revisarlo), mandar a bañar a mi perra y mis gatas, mandar a lavar mi carro, dejarles algunas indicaciones a mis asistentes respecto de la chamba en el estudio y hacer compras para tener comida después de volver de la clínica. Debía economizar el tiempo para lograr hacer todo antes de internarme. Ilusa yo. Me fui (manejando aún) a la casa de mi amiga a almorzar, y en pleno almuerzo me llamó Lourdes, asistente de Adolfo, a decirme que no habían ya más turnos para el sábado, así que debía internarme ese mismo día por la noche porque tendrían que operar al día siguiente a las 7am. ¡PÁNICO! Ahí fue cuando empezó la carrera. Comí a la velocidad del rayo mientras llamaba a mi mamá y a una pequeña lista de involucrados. ¿La noticia? Mi hija nacería el 28 de diciembre. Sí, el día de los Inocentes. ¡Nadie me creía! ¡Todos pensaron que les estaba jugando una broma! Pero el nerviosismo de mi voz creo que dejó en claro que no era ninguna broma y que en unas horas más Vera llegaba al mundo. Me despedí de todos y volví a coger mi carro para volar a Plaza Vea a hacer compras. ¡Ah! ¡Y claro! tenía además una mini sesión de fotos en casa. Así que sí, manejé y chambeé hasta el último día antes de dar a luz. No sé si sea una proeza o una bestialidad. O ambas cosas al mismo tiempo. Al fin, no hice nada que mi cuerpo no me permitiera ni forcé nada. Había quedado con mi amigo Morfi en vernos en mi casa. A Dios gracias! Porque no me había hecho ninguna foto de panza (en casa de herrero…) en las últimas semanas, y Morfi es un fotógrafo al que admiro. Todo lo demás que quise hacer se fue a la porra. Ya nada me importaba. Solo quería llegar a la clínica y tener de una vez a mi hija en brazos.

 

Así que a las 9pm me despedí de mi pequeña manada y me fui para la clínica. Esta vez sí dejé el carro en casa (jaja, nunca tan necia!). Me internaron, explicándome que pasarían por mi habitación a las 5.30am y que tendría que esperarlas ya bañada. Paréntesis: una de las cosas que toda mamá debería hacer antes de dar a luz es ir a la peluquería a pasar por cera antes de ir a la clínica. Claramente esto fue lo último en lo que pensé, y bueno… ya se imaginarán… Pude dormir porque mi cuerpo estaba agotado de todo el trajín, y para las 5am ya estaba en la ducha. Me llevaron a la sala de preparación y a las 7.34am Vera llegó a este mundo. Ni bien sacó la cabeza ya estaba llorando a todo pulmón y yo lloré a mares de la felicidad de escucharla. Fuerte, valiente, sana. Todo el cuento de la operación prefiero no contarlo porque aunque todo el equipo de doctores y enfermeras fueron lo máximo, no me encantó ser operada, ni recibir la epidural (horror), ni nada del proceso. Pero bueno, a quién le gusta la idea de pasar por el quirófano… Lo que sí tengo que aceptar es que la mano maravillosa de Adolfo hizo que mi recuperación fuera maravillosa.

 

Tres horas después de su nacimiento pude tenerla en brazos y enchufarla a la teta. Mi mayor anhelo en los últimos meses finalmente se hacía realidad. Mi gordita se prendió inmediatamente y empezó a lactar sin problemas. Mis ojos se llenaron de lágrimas felices, mi corazón de una felicidad que conocía por primera vez y sentí por fin que mi vida estaba completa.

 

Pude caminar y bañarme al día siguiente y con el calor que hacía, esto fue un alivio. Me fui a casa el lunes por la mañana y pude pasar el año nuevo en la tranquilidad de mi nuevo depa, estrenando nueva vida, nueva hija y nuevo año.

 

En las 5 semanas que han pasado no he sentido desesperanza, pero si cansancio. Mi puerperio ha sido bastante benévolo sin depresión post parto, sino más bien muchas risas y felicidad. Y mucha, mucha leche que decidí empezar a donar para compartir todo el amor y el cariño que Vera y yo hemos recibido. Ojalá nos tratáramos todos y siempre como si estuviésemos embarazados o recién paridos. ¡Hay tanto más amor, respeto y empatía! ¡Todos seríamos enormemente más felices así!

 

Ya les iré contando mis nuevas experiencias de mamá, pero por ahora dejo este post acá porque la bebe se acaba de despertar. Me temo que los próximos posts serán un poco así, escritos a la velocidad del rayo y sin poder revisar mucho.

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35 semanas y media – Un manual de maternidad hasta antes de dar a luz

Tengo 35 semanas y media de embarazo y hoy es mi día de mudanza. Sí. Necia, terca, caprichosa y todo lo que quieran decirme, pero la verdad es que prefería mudarme antes de que nazca mi peque. Sino todo iba a ser el triple de complicado. Año nuevo, vida nueva, hija nueva. Así que como verán, empieza un nuevo capítulo en mi vida y ¡estoy tan lista para recibirlo!

 

Venía viviendo en esta casita en Surquillo desde hace 4 años y medio, pero la verdad es que últimamente la situación se había tornado realmente insoportable. Me da pena irme de aquí, porque aquí fue donde vi crecer mi estudio y han pasado tantas cosas que si las paredes tuvieran boca, no se cansarían de contar innumerables historias. Pero al ser una casa compartida, escucho todos los días los alaridos de los vecinos que tengo en el segundo piso. Entre ellos, una mamá que le grita todo el día a su hija (que además cada vez que se le ocurre, sale por su “balconcito” que da a mi patio a tirarme basurita a pesar de que le pedí ya en varias ocasiones que no lo hiciera) y las 3 hijas de la otra vecina, además de los conciertitos que me arman los papás, ambos músicos. No me malinterpreten, AMO a los bebés y niños y la música, pero empecé a pensar en lo que se me viene a mi y la verdad es que no veía viable escuchar a 5 niños llorar y gritar juntos día y noche, además de conciertos de música cristiana y rock todos los fines de semana. Jajaja, ¡¡¡me siento el grinch!!! Pero francamente hay momentos en que una necesita silencio y tranquilidad. Sobre todo cuando durante los próximos años de mi vida los alaridos serán de mi hija (y seguramente mios también!). Supongo que fueron mis hormonas de embarazada las que aceleraron este proceso, porque todo lo que les vengo contando es algo con lo que conviví los últimos 2 años. Tampoco quería seguir aguantando a la dueña de la casa que cada vez se ponía en una actitud más invasiva, insolente e insoportable. Además de aumentarme la renta constantemente y aún así no darle el mantenimiento adecuado a la casa, motivo por el cual se iba la luz y el agua constantemente, además de tener invasiones de cucarachas y otras tantas cosas… Ah, claro, y encima de todo, 6 construcciones de edificios de más de 15 pisos en menos de 5 cuadras a la redonda. Sumado a que Surquillo siendo Surquillo ya es una zona medio caliente con una cantidad de robos en las cuadras aledañas que cada vez me daba más miedo. Todo en paralelo. Ajá. Como verán, tenía que mudarme si o si.

 

Mi nuevo depita está en Miraflores. Justo en el malecón. Con una vista increíble al mar (tuve una suerte increíble para conseguirlo). Ya les iré contando cómo va todo. Pero mi cálculo es que de hecho seré más feliz que aquí 🙂

 

Por ahora todo bien con la pancita. Aunque es notorio el cansancio que conllevan mis 8 meses de embarazo. Cada vez falta menos para recibirla y creo que ya tengo todo listo. Me ha agarrado “el síndrome de nido” más fuerte que de costumbre, porque ya de por si yo soy medio maniática del orden y la limpieza… Aunque la verdad es que me estoy tomando las cosas con calma e iré viendo de comprar lo que sea necesario en el momento en que lo necesite. Mi idea es no enseñarle a ser consumista, sino a ser feliz con las cosas pequeñas de la vida. Así que de ropa y juguetes, lo mínimo indispensable. A cuidar nuestro planeta, así que a usar pañales ecológicos y a consumir la menor cantidad de plástico posible, a querer a los animales, a respetar a los demás, y sobre todo a ser feliz.

 

Me emociona y me aterra ser responsable de la educación de una persona. Hay tantas cosas que quiero enseñarle, tantas que quiero que no aprenda, tantas que quiero que se invente solo para que ella sea feliz y la gente a su alrededor también. Siento toda esta responsabilidad enorme frente a mi que además me da un sentido de absoluta pertenencia: mi hija mia de mi, y sin embargo sé que ella no será de nadie más que de ella misma y de su voluntad. Así que me toca enseñarle a ser independiente, a ser fuerte, resiliente y tenaz. Pero ¿cómo? Espero poder tener yo la entereza y constancia para hacer esto posible.

 

Hace tiempo vengo pensando que cuando una se entera que está embarazada, no tiene ni idea de dónde está parada (a menos que haya estado buscando el embarazo por un buen tiempo), así que en mi experiecia, estas son algunas cosas que tendríamos que saber/hacer desde que nos sospechamos que tenemos un frijolito en la panza:

 

1.- Hacernos las pruebas necesarias ante la menor sospecha de embarazo: ¿por qué? Para tener tiempo de reacción! Dejar pasar los días si sospechamos que estamos embarazadas nos juega en contra. Lo ideal es hacernos la prueba de sangre (cuantitativa, para además saber cuánto tiempo tenemos de embarazo) lo antes posible. Esto nos va a ayudar a tomar todas las decisiones que devienen de tremendo notición. Además de empezar a ordenar nuestras finanzas y hacer planes para los próximos meses. Yo creo que una nunca está realmente preparada para ser mamá, así que mejor tomar ciertas previsiones. Por ahí también sería bueno, aunque seguramente tu doctor te lo va a recomendar, que te hagas pruebas de sangre y orina para ver que todo esté OK. Una primera ecografía se puede hacer desde la 5ta semana del embarazo para asegurar que hay embrión y que está en el útero. ¡Mamá precavida vale x 2!

 

2.- Buscar un doctor con el que nos entendamos bien y que respete nuestras decisiones. Así sea que decidan hacer un parto en casa, siempre es bueno tener a un doctor que nos haga el seguimiento del embarazo para verificar que no existan compliaciones. Yo lo que hice cuando me enteré que estaba embarazada fue averiguar en qué clínicas mi seguro cubría al 100%, en dónde había UCI neonatal en caso de alguna ocurrencia y dónde había un doctor que me recomendaran a ojos cerrados. Cuando me enteré que estaba embarazada empecé con un doctor en una clínica. No me sentí cómoda y me moví a la Santa Isabel con Villavicencio. Un genio. Desde la 8va semana de embarazo estoy con él y no lo cambiaría por nada del mundo. Nuestros instintos son el mejor punto de referencia para lo que sea. Pero siempre hay que consultar con un profesional.

 

3.- Entra a grupos de mamás en Facebook como para ir empapándote del tema. La ventaja que tiene nuestra generación es tener internet. No solo para comprar todas las cosas del baby sin tener que viajar, sino además para poder leer al respecto de muchas cosas y sobre todo para conectarnos con personas, que como nosotras, están repletas de dudas y quienes luego se convierten en una especie de grupo de apoyo. Básico!

 

4.- No te vuelvas loca con las compras. Los bebés realmente no necesitan tanto. Organiza bien tu baby shower y espera a ver qué NO te regalan. Sé MUY específica con lo que necesitas que te regalen. Yo armé listas en Ripley, Saga, Infanti y Baby Cuy. Al final me regalaron un montón de ropa rosada (no es mi color preferido) y de las cosas necesarias solo el cochecito y un bouncer. Así que terminé comprando los biberones, el car seat y otras cosas que sé que sí necesitaré desde que nazca mi gordita. Para mi qué es imprescindible tener antes de la llegada de la bebé: pañales (estos sí desechables) para ella talla RN para cuando estemos en la clínica, pañales para mi para cuando estemos en la clínica (después del parto hay que seguir expulsando el contenido del útero… o sea, una MEGA regla que dura hasta semanas según lo que he oído). Mantitas, babitas, medias, bodies y pantaloncitos. De los más básicos y poco, porque los bebés crecen tan rápido que dejarán todo al toque. Un par de biberones por si la lactancia materna no fluye desde un inicio, por ahí tal vez un par de chupones. El asiento del carro, un cochecito ligero y una tinita para bañarla. Sostenes de lactancia y paños absorbentes para no mancharnos el polo. Y ya. ¿Qué más sugerirían ustedes?

 

5.- Aliméntate súper bien, toma mucha agua y tus vitaminas. Empecé con ácido fólico, y luego me dieron Gestavit. Como muchas frutas y verduras, y los doctores me recomendaron comer proteína animal como leches, huevo y carne roja (esta última al menos dos veces por semana). Lo ideal es no subir tanto de peso para evitar la preemclapmsia, diabetes gestacional y otras complicaciones que puedan presentarse durante el embarazo. Yo visité a una nutricionista para poder mantenerme dentro del aumento de peso regular y sobre todo poder mantener a mi bebe saludable. De hecho me doy mis gustitos de vez en cuando, pero sin exagerar.

 

6.- Ten el maletín para la clínica listo desde la semana 30, como para que por cualquier cosa, alguien que pueda darte una mano te lleve las cosas a la clínica en caso de emergencia.

 

Y ya, esto es lo que puedo recomendarles. ¿Qué tal si seguimos haciendo el Manual de Maternidad? Yo seguiré poniendo mis experiencias conforme me vayan sucediendo las cosas. Si tengo tiempo y mi gordita me deja… jajaja 😛

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