Fotografía de Mamás dando de lactar Lima Perú Natalie Rocfort

Semana Internacional de la Lactancia Materna

¿No les ha pasado pararse de la cama en medio de la noche y sentirse totalmente solas? A pesar de tener a la familia, a los hijos, al esposo/no esposo al lado… a veces una se siente super sola. Como si fuésemos nosotras contra el mundo… A mi me pasó algunas veces, y en esos momentos lo único que me consolaba ver a mi hija y decirle en voz bajita: «tu y yo podemos contra el mundo, siempre juntas». Luego me preguntaba si había tomado una buena decisión apartando al progenitor de Vera de la «figura familiar» (mi respuesta siempre ha sido «si, fue una buena decisión»). Y me preocupaba que esas angustias y estrés hicieran que se me secaran las chichis y que no tuviera más leche… pero felizmente eso no pasó. Luego lloraba un rato antes de volver a echarme a dormir.

 

Este año, como el año pasado, me provocaba repetir la experiencia y volver a convocar a un grupo grande de mamás lactantes a reunirnos en un parque y a hacer una gran foto en exteriores y con mucho verde alrededor, con una gran mancha de mujeres hermosas, celebrando la semana internacional de la lactancia materna. A lo mejor el próximo año hacemos una foto así pero en mi estudio de fotografía. ¿Qué les parece? A hacer mini sesiones de fotos de lactancia todas juntas y luego cada una por separado.

 

Pero una vez más el Covid me jugó una mala pasada y una vez más no pude hacer la convocatoria.

 

Lo que sí, es que unas semanas antes de todo esto, convoqué a un grupo lindo de mamás a mi estudio a hacerse fotos de lactancia y que nos contaran sus experiencias. ¿El objetivo? ¡Saber que no estamos solas! La maternidad puede llegar a ser muy solitaria a pesar de tener a gente visitándonos todo el tiempo. Entonces qué importante es conectar con otras mamás y hacer tribu. Qué importante es conectar con otras mamás y compartir experiencias, y así de alguna manera sentirnos acompañadas. Que lindo es poder conocer las experiencias de otras mamás que han logrado la dura tarea de continuar con la lactancia por el tiempo que su cuerpo y mente le permitieron.

 

Por aquí les dejo este primer video de Maria Ximena, ¿y cómo fueron sus experiencias con la lactancia?

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Sábado 2 de febrero 2019 5 semanas

Volví a empezar la cuenta, solo que esta vez ya tengo al más grande y más hermoso amor de mi vida entre mis brazos (no puedo evitar escribir esto sin llorar un poquito, de la felicidad claramente). Evidentemente ahorita no, porque sino no podría estar escribiendo… jaja (¡y lo saben!). De hecho, la acabo de tetear y está noqueada a mi lado, mientras intento teclear despacito para que no se levante… jijii

 

Recién ahora es que tengo un tiempito para sentarme y volver a escribir una nueva entrada a mi blog. Y las que son mamás entenderán el por qué. Este primer mes de Vera ha sido intenso, hermoso, difícil, hermoso, de puro aprendizaje, hermoso, agotador y hermoso y hermoso. Lleno de visitas (algunas más extensas de lo que deberían… por favor, entendamos que las visitas a una mamá recién parida deberían ser cortas y evitando dar consejos que no se piden!!!!), de noches con sueño partido (no me quejo del todo, realmente mi enana es tranquila y no me ha dado noches demasiado duras… pero aún no canto victoria… jajaja. Tengo que seguir agradeciéndole al universo, porque dentro de todo lo difícil que es esta adaptación a nuestra nueva vida de mamá-hija, todo está funcionando a la perfección. Tengo la enorme suerte de ser una fábrica lechera. Produzco tanta leche que he logrado tener un banco de leche para Vera, donar a la maternidad de Lima y también a dos mamis. Todo esto además de darle teta a mi gorda 24/7. Todo el día, toda la noche mi cachetona quiere su teta. Y aunque es agotador y morimos de calor, creo que ambas somos felices de compartir el tiempo, el vínculo y el amor que nos une. Por otro lado, mi recuperación ha sido muy benévola. Pero antes de contarles esto, les contaré un poco todo lo que ha ido pasando en las últimas 5 semanas.

 

Mudarse con una panza de 8 meses y medio de embarazo no es lo más inteligente que he hecho en mi vida, pero es lo que me tocaba hacer en el momento. Así que trajiné como una loca y logré mudar todo en 3 días. Ya instalada en mi nuevo depa, empecé a ordenar la casa. No lograba concebir tirarme en la cama mientras la casa estaba aún patas arriba, así que con panza y todo fui ordenando poco a poco y con ayuda todas las cosas. No concebía que mi hija llegara a una casa sin orden. Así que conforme fui ordenando todo y pasaban los días, mis pies se fueron hinchando, mi cara, mis brazos y toda yo por igual. Aunque no me sentía mal y que es normal estar hinchada durante la última fase del embarazo, tenía la sensación de que había algo que tal vez no estaba del todo bien, así que le escribí a Adolfo, quien me sugirió tomarme la presión. Y claro, en efecto, tenía la presión ligeramente alta. Pero nada grave como para salir corriendo a la clínica. Dentro de unos días tenía el próximo control, así que tenía que seguir controlando la presión un par de veces por día, pero sin alarmarme. Llegó el jueves 27 de diciembre, día del cumpleaños de mi mejor amiga del colegio, y por tradición tenía una cita con ella a la hora del almuerzo para comer el pepián que su mamá prepara todos los años. Pero antes debía ir a mi cita con el doctor, durante la cual Adolfo se percató que mi presión seguía estando alta y que Vera ya no estaba creciendo al ritmo que debería. Así que decidió que era hora de que mi peque naciera. En un inicio nacería el sábado 29 de diciembre, lo cual 1) me quitaba un par de semanas para hacer todas las cosas que había listado, 2) me daba a mi un día y medio para ir a mi casa a sacar mis cosas (el maletín estaba listo hacía varias semanas, pero igual quería revisarlo), mandar a bañar a mi perra y mis gatas, mandar a lavar mi carro, dejarles algunas indicaciones a mis asistentes respecto de la chamba en el estudio y hacer compras para tener comida después de volver de la clínica. Debía economizar el tiempo para lograr hacer todo antes de internarme. Ilusa yo. Me fui (manejando aún) a la casa de mi amiga a almorzar, y en pleno almuerzo me llamó Lourdes, asistente de Adolfo, a decirme que no habían ya más turnos para el sábado, así que debía internarme ese mismo día por la noche porque tendrían que operar al día siguiente a las 7am. ¡PÁNICO! Ahí fue cuando empezó la carrera. Comí a la velocidad del rayo mientras llamaba a mi mamá y a una pequeña lista de involucrados. ¿La noticia? Mi hija nacería el 28 de diciembre. Sí, el día de los Inocentes. ¡Nadie me creía! ¡Todos pensaron que les estaba jugando una broma! Pero el nerviosismo de mi voz creo que dejó en claro que no era ninguna broma y que en unas horas más Vera llegaba al mundo. Me despedí de todos y volví a coger mi carro para volar a Plaza Vea a hacer compras. ¡Ah! ¡Y claro! tenía además una mini sesión de fotos en casa. Así que sí, manejé y chambeé hasta el último día antes de dar a luz. No sé si sea una proeza o una bestialidad. O ambas cosas al mismo tiempo. Al fin, no hice nada que mi cuerpo no me permitiera ni forcé nada. Había quedado con mi amigo Morfi en vernos en mi casa. A Dios gracias! Porque no me había hecho ninguna foto de panza (en casa de herrero…) en las últimas semanas, y Morfi es un fotógrafo al que admiro. Todo lo demás que quise hacer se fue a la porra. Ya nada me importaba. Solo quería llegar a la clínica y tener de una vez a mi hija en brazos.

 

Así que a las 9pm me despedí de mi pequeña manada y me fui para la clínica. Esta vez sí dejé el carro en casa (jaja, nunca tan necia!). Me internaron, explicándome que pasarían por mi habitación a las 5.30am y que tendría que esperarlas ya bañada. Paréntesis: una de las cosas que toda mamá debería hacer antes de dar a luz es ir a la peluquería a pasar por cera antes de ir a la clínica. Claramente esto fue lo último en lo que pensé, y bueno… ya se imaginarán… Pude dormir porque mi cuerpo estaba agotado de todo el trajín, y para las 5am ya estaba en la ducha. Me llevaron a la sala de preparación y a las 7.34am Vera llegó a este mundo. Ni bien sacó la cabeza ya estaba llorando a todo pulmón y yo lloré a mares de la felicidad de escucharla. Fuerte, valiente, sana. Todo el cuento de la operación prefiero no contarlo porque aunque todo el equipo de doctores y enfermeras fueron lo máximo, no me encantó ser operada, ni recibir la epidural (horror), ni nada del proceso. Pero bueno, a quién le gusta la idea de pasar por el quirófano… Lo que sí tengo que aceptar es que la mano maravillosa de Adolfo hizo que mi recuperación fuera maravillosa.

 

Tres horas después de su nacimiento pude tenerla en brazos y enchufarla a la teta. Mi mayor anhelo en los últimos meses finalmente se hacía realidad. Mi gordita se prendió inmediatamente y empezó a lactar sin problemas. Mis ojos se llenaron de lágrimas felices, mi corazón de una felicidad que conocía por primera vez y sentí por fin que mi vida estaba completa.

 

Pude caminar y bañarme al día siguiente y con el calor que hacía, esto fue un alivio. Me fui a casa el lunes por la mañana y pude pasar el año nuevo en la tranquilidad de mi nuevo depa, estrenando nueva vida, nueva hija y nuevo año.

 

En las 5 semanas que han pasado no he sentido desesperanza, pero si cansancio. Mi puerperio ha sido bastante benévolo sin depresión post parto, sino más bien muchas risas y felicidad. Y mucha, mucha leche que decidí empezar a donar para compartir todo el amor y el cariño que Vera y yo hemos recibido. Ojalá nos tratáramos todos y siempre como si estuviésemos embarazados o recién paridos. ¡Hay tanto más amor, respeto y empatía! ¡Todos seríamos enormemente más felices así!

 

Ya les iré contando mis nuevas experiencias de mamá, pero por ahora dejo este post acá porque la bebe se acaba de despertar. Me temo que los próximos posts serán un poco así, escritos a la velocidad del rayo y sin poder revisar mucho.

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35 semanas y media – Un manual de maternidad hasta antes de dar a luz

Tengo 35 semanas y media de embarazo y hoy es mi día de mudanza. Sí. Necia, terca, caprichosa y todo lo que quieran decirme, pero la verdad es que prefería mudarme antes de que nazca mi peque. Sino todo iba a ser el triple de complicado. Año nuevo, vida nueva, hija nueva. Así que como verán, empieza un nuevo capítulo en mi vida y ¡estoy tan lista para recibirlo!

 

Venía viviendo en esta casita en Surquillo desde hace 4 años y medio, pero la verdad es que últimamente la situación se había tornado realmente insoportable. Me da pena irme de aquí, porque aquí fue donde vi crecer mi estudio y han pasado tantas cosas que si las paredes tuvieran boca, no se cansarían de contar innumerables historias. Pero al ser una casa compartida, escucho todos los días los alaridos de los vecinos que tengo en el segundo piso. Entre ellos, una mamá que le grita todo el día a su hija (que además cada vez que se le ocurre, sale por su “balconcito” que da a mi patio a tirarme basurita a pesar de que le pedí ya en varias ocasiones que no lo hiciera) y las 3 hijas de la otra vecina, además de los conciertitos que me arman los papás, ambos músicos. No me malinterpreten, AMO a los bebés y niños y la música, pero empecé a pensar en lo que se me viene a mi y la verdad es que no veía viable escuchar a 5 niños llorar y gritar juntos día y noche, además de conciertos de música cristiana y rock todos los fines de semana. Jajaja, ¡¡¡me siento el grinch!!! Pero francamente hay momentos en que una necesita silencio y tranquilidad. Sobre todo cuando durante los próximos años de mi vida los alaridos serán de mi hija (y seguramente mios también!). Supongo que fueron mis hormonas de embarazada las que aceleraron este proceso, porque todo lo que les vengo contando es algo con lo que conviví los últimos 2 años. Tampoco quería seguir aguantando a la dueña de la casa que cada vez se ponía en una actitud más invasiva, insolente e insoportable. Además de aumentarme la renta constantemente y aún así no darle el mantenimiento adecuado a la casa, motivo por el cual se iba la luz y el agua constantemente, además de tener invasiones de cucarachas y otras tantas cosas… Ah, claro, y encima de todo, 6 construcciones de edificios de más de 15 pisos en menos de 5 cuadras a la redonda. Sumado a que Surquillo siendo Surquillo ya es una zona medio caliente con una cantidad de robos en las cuadras aledañas que cada vez me daba más miedo. Todo en paralelo. Ajá. Como verán, tenía que mudarme si o si.

 

Mi nuevo depita está en Miraflores. Justo en el malecón. Con una vista increíble al mar (tuve una suerte increíble para conseguirlo). Ya les iré contando cómo va todo. Pero mi cálculo es que de hecho seré más feliz que aquí 🙂

 

Por ahora todo bien con la pancita. Aunque es notorio el cansancio que conllevan mis 8 meses de embarazo. Cada vez falta menos para recibirla y creo que ya tengo todo listo. Me ha agarrado “el síndrome de nido” más fuerte que de costumbre, porque ya de por si yo soy medio maniática del orden y la limpieza… Aunque la verdad es que me estoy tomando las cosas con calma e iré viendo de comprar lo que sea necesario en el momento en que lo necesite. Mi idea es no enseñarle a ser consumista, sino a ser feliz con las cosas pequeñas de la vida. Así que de ropa y juguetes, lo mínimo indispensable. A cuidar nuestro planeta, así que a usar pañales ecológicos y a consumir la menor cantidad de plástico posible, a querer a los animales, a respetar a los demás, y sobre todo a ser feliz.

 

Me emociona y me aterra ser responsable de la educación de una persona. Hay tantas cosas que quiero enseñarle, tantas que quiero que no aprenda, tantas que quiero que se invente solo para que ella sea feliz y la gente a su alrededor también. Siento toda esta responsabilidad enorme frente a mi que además me da un sentido de absoluta pertenencia: mi hija mia de mi, y sin embargo sé que ella no será de nadie más que de ella misma y de su voluntad. Así que me toca enseñarle a ser independiente, a ser fuerte, resiliente y tenaz. Pero ¿cómo? Espero poder tener yo la entereza y constancia para hacer esto posible.

 

Hace tiempo vengo pensando que cuando una se entera que está embarazada, no tiene ni idea de dónde está parada (a menos que haya estado buscando el embarazo por un buen tiempo), así que en mi experiecia, estas son algunas cosas que tendríamos que saber/hacer desde que nos sospechamos que tenemos un frijolito en la panza:

 

1.- Hacernos las pruebas necesarias ante la menor sospecha de embarazo: ¿por qué? Para tener tiempo de reacción! Dejar pasar los días si sospechamos que estamos embarazadas nos juega en contra. Lo ideal es hacernos la prueba de sangre (cuantitativa, para además saber cuánto tiempo tenemos de embarazo) lo antes posible. Esto nos va a ayudar a tomar todas las decisiones que devienen de tremendo notición. Además de empezar a ordenar nuestras finanzas y hacer planes para los próximos meses. Yo creo que una nunca está realmente preparada para ser mamá, así que mejor tomar ciertas previsiones. Por ahí también sería bueno, aunque seguramente tu doctor te lo va a recomendar, que te hagas pruebas de sangre y orina para ver que todo esté OK. Una primera ecografía se puede hacer desde la 5ta semana del embarazo para asegurar que hay embrión y que está en el útero. ¡Mamá precavida vale x 2!

 

2.- Buscar un doctor con el que nos entendamos bien y que respete nuestras decisiones. Así sea que decidan hacer un parto en casa, siempre es bueno tener a un doctor que nos haga el seguimiento del embarazo para verificar que no existan compliaciones. Yo lo que hice cuando me enteré que estaba embarazada fue averiguar en qué clínicas mi seguro cubría al 100%, en dónde había UCI neonatal en caso de alguna ocurrencia y dónde había un doctor que me recomendaran a ojos cerrados. Cuando me enteré que estaba embarazada empecé con un doctor en una clínica. No me sentí cómoda y me moví a la Santa Isabel con Villavicencio. Un genio. Desde la 8va semana de embarazo estoy con él y no lo cambiaría por nada del mundo. Nuestros instintos son el mejor punto de referencia para lo que sea. Pero siempre hay que consultar con un profesional.

 

3.- Entra a grupos de mamás en Facebook como para ir empapándote del tema. La ventaja que tiene nuestra generación es tener internet. No solo para comprar todas las cosas del baby sin tener que viajar, sino además para poder leer al respecto de muchas cosas y sobre todo para conectarnos con personas, que como nosotras, están repletas de dudas y quienes luego se convierten en una especie de grupo de apoyo. Básico!

 

4.- No te vuelvas loca con las compras. Los bebés realmente no necesitan tanto. Organiza bien tu baby shower y espera a ver qué NO te regalan. Sé MUY específica con lo que necesitas que te regalen. Yo armé listas en Ripley, Saga, Infanti y Baby Cuy. Al final me regalaron un montón de ropa rosada (no es mi color preferido) y de las cosas necesarias solo el cochecito y un bouncer. Así que terminé comprando los biberones, el car seat y otras cosas que sé que sí necesitaré desde que nazca mi gordita. Para mi qué es imprescindible tener antes de la llegada de la bebé: pañales (estos sí desechables) para ella talla RN para cuando estemos en la clínica, pañales para mi para cuando estemos en la clínica (después del parto hay que seguir expulsando el contenido del útero… o sea, una MEGA regla que dura hasta semanas según lo que he oído). Mantitas, babitas, medias, bodies y pantaloncitos. De los más básicos y poco, porque los bebés crecen tan rápido que dejarán todo al toque. Un par de biberones por si la lactancia materna no fluye desde un inicio, por ahí tal vez un par de chupones. El asiento del carro, un cochecito ligero y una tinita para bañarla. Sostenes de lactancia y paños absorbentes para no mancharnos el polo. Y ya. ¿Qué más sugerirían ustedes?

 

5.- Aliméntate súper bien, toma mucha agua y tus vitaminas. Empecé con ácido fólico, y luego me dieron Gestavit. Como muchas frutas y verduras, y los doctores me recomendaron comer proteína animal como leches, huevo y carne roja (esta última al menos dos veces por semana). Lo ideal es no subir tanto de peso para evitar la preemclapmsia, diabetes gestacional y otras complicaciones que puedan presentarse durante el embarazo. Yo visité a una nutricionista para poder mantenerme dentro del aumento de peso regular y sobre todo poder mantener a mi bebe saludable. De hecho me doy mis gustitos de vez en cuando, pero sin exagerar.

 

6.- Ten el maletín para la clínica listo desde la semana 30, como para que por cualquier cosa, alguien que pueda darte una mano te lleve las cosas a la clínica en caso de emergencia.

 

Y ya, esto es lo que puedo recomendarles. ¿Qué tal si seguimos haciendo el Manual de Maternidad? Yo seguiré poniendo mis experiencias conforme me vayan sucediendo las cosas. Si tengo tiempo y mi gordita me deja… jajaja 😛

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Casi 33 semanas

Esto del embarazo es cada vez menos dulce y se vuelve cada vez más pesado. Cada semana que pasa me siento más y más cansada, más y más hinchada, más y más pesada y cada vez más y más desesperada. Ahora me cuesta pararme, ya no puedo agacharme ni moverme con facilidad. Sigo manejando, pero creo que mis días de Meteoro están contados. Aún no hice la maleta para la clínica, y con las justas he arreglado los regalitos que me llegaron en el Baby Shower. Sé que quedan algunas semanas, pero me pregunto en qué momento es que normalmente las mamis precavidas tienen ya todo listo. Cuando me despierto me cuesta doblar los dedos, y tengo que flexionarlos poco a poco para que recobren su flexibilidad. Aunque el resto del día si dejo de moverlos durante un rato, se vuelven a poner duros y me duele flexionarlos. Gajes de la maternidad. Por otro lado, me despierto todos los días a las 3.30am, me levanto a hacer pila y luego me cuesta volver a dormir. Así que como a las 4.30 con suerte puedo volver a conciliar el sueño para volver a despertarme a las 6.30, hacer pila otra vez e intentar dormir un poco más. Si no lo logro, ya me despierto a empezar mi día. Pero el resto del día me la paso como zombie. Y esto recién empieza! Cómo será cuando nazca la bebe?

 

Sí, ahora la desesperación es más por volver a sentirme ligera (¿como una pluma? ja!, nunca tanto, pero al menos no con la sensación de presión e hinchazón). Aunque también me pongo súper ansiosa de imaginar esa carita de la que me enamoraré irremediablemente por el resto de mi vida. Aún me quedan algunas semanas más, aunque quien sabe cuántas…y ya no veo la hora de que esta pequeña bolita de amor salga de mi panza. Aunque tengo que aceptar que me encanta ver cómo mi cuerpo se pone cada vez más redondito y la panza se me va llenando de Vera, en lugar de comida… jajajaja.

 

Baby Vera se mueve como un gusanito todo el día, al punto de que a veces los movimientos son tan repentinos y fuertes que me asusto. ¿Alguna vez vieron el capítulo de la ranita que canta de Looney Tunes? Si aún no lo vieron, acá les dejo el link:

 

https://www.youtube.com/watch?v=bkjsN-J27aU

 

Pero, ¿por qué les pongo este dibujito? Porque para mi, Vera es así, como la ranita. Se mueve como una loquilla, hasta que agarro mi celular e intento grabarla o alguien me toca la panza para sentirla. Y de pronto deja de moverse… ¡Hija! ¡Qué contreras! Hasta ahora no he logrado con éxito hacer ningún video de cómo se mueve mi panza. Aunque de hecho imagino que es también porque tengo más grasa de lo normal, entonces no es tan fácil ni notorio… jeje.

 

Voy subiendo 12 kilos, así que no es TAN grave el asunto. De todas formas la recomendación del doctor sigue siendo que me cuide y que no coma demás, sino que haga dieta para que la bebe no crezca demasiado y pueda salir fácil. Yo digo, ¿no sería mejor comer un montón para que salga antes? jajaja, obvio en plan broma! ya sé que así no funcionan las cosas… pero qué bueno sería que el embarazo fuese mucho más corto. Dos mesesitos nomás y juaaaa! que nazca la criatura. Aunque claro, yo creo que si dura tanto es justamente como para ir haciéndose a la idea de lo que se viene. Y para ir ahorrando cada centavo que se pueda. Lo único que realmente me preocupa hoy en día es lo que voy a gastar en colegio! Es ridículo lo que cobran los “buenos” colegios en Lima, sobre todo teniendo en cuenta que los colegios nacionales tienen tanto por mejorar.

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30 semanas, todo revuelto

Tengo ya 30 semanas de embarazo y ahora sí siento que tengo una panza gigante. Todo me pesa, todo me duele y recién desde ayer es que no puedo dormir muy bien. De hecho ahora me despierto como a las 3am y no puedo volver a dormir. Intento de todo para conciliar el sueño pero no lo logro. Sospecho que esto tiene mucho que ver con el mal humor con el que ando últimamente. Me paso toda la noche tratando de acomodarme porque si me echaba de un lado me dolía, me movía del otro lado y me dolía y si me echaba de espaldas boca arriba sentía que me estaba ahogando y el peso de la bebe me desesperaba. ¡Nace ya hijitaaaa, parfavaaar! Y ni hablar con echarme boca abajo, claro. Lo que sí es que el dolor de las muñecas ha menguado un poco y bajar el ritmo de mi trabajo ha sido la mejor decisión que pude tomar, aún cuando mi workoholic interna le piquen las patas por seguir foteando a ritmo normal. ¡Nada volverá a la ¨normalidad¨ de la soltería nunca más!

 

Últimamente siento que soy una hormona con patas. Tengo cero autocontrol, todo me fastidia, todo me molesta, todo me duele y siento que soy yo sola contra el mund. Es como si tuviera el PMS pero a la potencia infinita y no hay manera de controlarlo. ¡Soy una loca calata, agárrese quien pueda! ¿A ustedes les ha pasado? Mi alter ego ha vuelto y estoy más tripolar que nunca. Es eso o que finalmente mi mente se aclara y aunque mi corazón pueda decir otra cosa, las decisiones lógicas terminan siendo las mejores. Ya no sé. La torpeza característica de esta etapa del embarazo para mi no es solo física, sino también mental.

 

Aún no he hecho nada. Todo el mundo me pregunta si ya tengo todo listo, pero la verdad es que no he hecho ni la maleta para la clínica. Por ahora lo único que tengo es algo de ropa que me han ido regalando, una sillita de comer y la cuna que me heredaron dos muy buenas amigas de la universidad. No pienso hacerle el cuarto a la bebe porque va a dormir conmigo, además de ser un tremendo gasto del que ni siquiera los bebes se dan cuenta. Aún no he comprado más que unas gasas y un par de bodies, porque todo el mundo me dice que me aguante hasta el baby shower. Pero no puedo evitar pensar ¿y si es apuradita como yo y se le ocurre llegar antes? ¡Espero que no! Así que por si las moscas voy a comprarle algunos trapitos y pañales. Mamá precavida vale x 3. Más cuando es mamá y papá al mismo tiempo.

 

Ahora la siento pateando y moviéndose todo el día, y me encantaría poder tener un aparato de ecografías para poder verla todo el tiempo. Es una sensación rara. Me encanta sentirla, pero al mismo tiempo es raro saber que hay una personita ahí dentro tratando de acomodarse porque se le acaba el espacio. ¡Qué incómodo estar tan apretada! jajaja. En la última cita con el doctor ya pesaba 1,500k y sigue sin dejarse ver la cara. Me temo que mi sueño de tener a mi modelo propia se va esfumando…

 

Ya no sé si estoy embarazada o con la menopausia porque me muero de calor todo el día y hasta duermo con la panza y los pies al aire. El único antojo además que aún no logro satisfacer es comer Alaska de guanábana. Amo ese helado y de pronto ya no lo encuentro en ningún lado.

 

Vuelvo a tener miedo como en la primera etapa del embarazo. Miedo de todo. De que pueda romperse la fuente o pasar cualquier cosa en medio de la noche y enfrentarlo sola. Miedo de volverme loca durante el puerperio porque aunque soy yo quien tomé la decisión de enfrentar todo esto sola, creo que realmente aún no tengo ni idea de lo que me va a tocar vivir. Solo sé que sobo mi panza todos los días y le pido a mi gorda que sea tranquila jajaja. También sé que necesito ya hacer mi maleta para la clínica y tener los teléfonos de emergencia por si necesito salir corriendo en medio de la noche sin tener que alarmar a nadie.

 

Aunque tengo que aceptar que ha sido bastante benévolo hasta el momento, siento que está a punto de venirse una tremenda avalancha de emociones y que cada día se volverá más difícil en lugar de más fácil. Le tengo un pánico tremendo a la cesárea inminente y sobre todo al puerperio (del que además nadie habla). Intenté hacerme la macha todos estos meses con esto de ser mamá soltera, pero me temo no tener la entereza suficiente para mantenerme cuerda y feliz. Tengo la seguridad también de que será solo por un breve periodo, porque no hay mal que dure 1000 años ni cuerpo que lo resista, pero quisiera saber qué hacer para poder mantenerme en control y poder disfrutar de mi tercer trimestre y sobre todo de los primeros meses de mi gorda sin que todo sea un drama o que me agarre LA depresión post parto. Es mi control freak interna manifestándose y no sé cómo decirle que no. ¡Cordura, vuelve a mi!

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28 semanas, 2 días

¿Que por qué pongo una foto desnuda si estoy tan gordis? Sigan leyendo…

 

Hace 5 semanas que no escribo. ¿Por qué? Primero porque he estado full, cumpliendo con todas las sesiones que tenemos pendientes, para cumplir con todos y que no quede nada al aire antes de poder descansar y dedicarme a ver crecer mi panza. Lo segundo es que sigo con el dolor de muñecas, así que después de todo un día de fotos lo único que quería hacer era descansar. He intentado todo lo que me han recomendado pero nada funciona. He ido a terapia, me puse muñequera, me compré almohadas nuevas, pero nada. Por otro lado, la panza ha seguido creciendo y creciendo todos los días y ya con 28 semanas no hay forma de que la panza pase caleta. Es una barriga redonda y que por las noches se hace más visible. La amo. Amo ver mi panza redonda y mi cuerpo rechoncho hinchándose de amor. Nunca pensé que verme crecer a lo ancho me iba a hacer tan feliz. Es increíble sentir sus movimientos. Me encantaría que hubiera algún aparato casero que permitiera ver lo que hace adentro de la panza. Creo que me echaría en la cama y no me pararía en todo el día. Cada vez falta menos, y yo aún no tengo nada listo. ¡Ni el Baby Shower! Pero a decir verdad, el embarazo es un periodo que pasa tan rápido y la infancia de mi enana será también tan corta, que he decidido tomarme la vida con más calma y -como decía la tía Susy- vivirla antes de que la vida me viva. Siempre andamos en la correteadera de todo lo que hay que hacer. Hace poco vi un video en el que varias mujeres ya mayores hablaban de sus arrepentimientos, y una de ellas dijo algo que me marcó indefectiblemente: en lugar de seguir haciendo listas de lo que deberíamos hacer, habría que empezar a hacer listas de lo que no deberíamos hacer. Y es que realmente esto es algo que no siempre vemos. Nos presionamos eternamente por tener mejor ropa, un juego de comedor más bonito, una casa más grande, un carro más nuevo, pero no nos damos cuenta de lo que realmente es importante. La vida es demasiado corta para no disfrutarla. Y disfrutarla a veces es darse cuenta que hay que trabajar para vivir, y no vivir para trabajar. Lo que no significa tampoco que seamos mediocres y dejemos las cosas a la mitad, sino que sepamos administrar nuestros tiempos para poder disfrutar a la gente y las cosas que realmente amamos. Así que en esa lista de “lo que no debería hacer” es estresarme por hacer más cosas y disfrutar un poco más de lo que me toca vivir HOY. No mañana ni ayer, sino hoy mismo.

 

Es así que en este post les muestro una de las fotos que me hizo un muy buen amigo mio, Morfi Jimenez, un fotógrafo que admiro, como muchos otros colegas. Morfi es un maestro de la fotografía, así que ser fotografiada por él en este proceso es un verdadero honor. Cuando le conté que estaba embarazada la propuesta de las fotos decantó naturalmente y aunque me moría de vergüenza de desnudarme en vista de las redondeces de mi cuerpo, la verdad es que también me pareció una extraordinaria oportunidad no solo para recordar mi embarazo tal cual es, sino para desafiar a los cánones de belleza actuales. En esta foto recién tenía algo de 18 semanas, así que la panza es panza de pan con chicharrón más que de bebé. ^_^ jejeje Es una foto que no tiene ningún retoque, ni yo estoy maquillada, ni tengo un peinado de peluquería. Así que mi cara es como es, y también mis rollos. Esa soy yo a mis 34 años y con varias semanas de embarazo. A la que no le guste, que no mire la foto. A la que opine que tendría que haber photoshopeado la foto, no está sabiendo apreciar el verdadero valor de lo que significa.

 

Tengo que confesar que odio ser fotografiada. Jajaja. ¡En casa de herrero, cuchillo de palo! Amo estar tras la cámara, pero no ser el objeto de la sesión. Sin embargo, Morfi ha hecho que me de cuenta de algo que no siempre vemos. Amar nuestro cuerpo no siempre es fácil. Las flacas quieren más piernas, las gorditas quisiéramos un cuerpo de portada de revista. Las rubias se pintan el pelo de negro, y las morochas de rojo. Y así la lista es interminable. Aún cuando ante de los ojos de las demás una chica pueda ser perfecta, esta misma chica se puede ver al espejo y tener alguna crítica para ella misma. Que no le gustan sus uñas, su nariz, sus orejas. Es increíble cómo los conceptos de belleza se tergiversan y nos fijamos tanto en la forma y ya no tanto en el contenido, o en la importancia de la verdadera felicidad. De la paz mental. Nos pasamos horas en la peluquería, nos gastamos miles de soles en tratamientos de belleza y hasta nos operamos para acercarnos lo más que podamos a los cánones de belleza. Pero y ¿qué hacemos para ser realmente más felices?

 

Así que, aunque me de un tremendo roche mostrarles mis “curvas” de Pasamayo, creo que el mensaje es mucho más poderoso que la “vergüenza” que me puede tal vez producir el “qué dirán”. Soy gorda pues, no me compadezcan. Yo me rio de mi misma, porque si hay una cosa que es básica en esta vida es tener sentido del humor y divertirse más con uno mismo. Siempre fui “de huesos gruesos”, pero nunca he tenido problemas de salud relacionados a mi voluptuosidad, porque como sano y hago ejercicios. Me he pasado la vida tratando de entrar en pantalones más chicos, y de tomarme selfies en los parezca que estoy más flaca. Tuve varios enamorados que me criticaban cuando subía de peso, y otros que terminaron conmigo porque no podían considerar casarse con una mujer que iba a ser gorda toda su vida. Sí, me costó AÑOS poder entender lo imbéciles que eran, y además lo tarada que fui yo por permitir que me destruyeran con sus críticas. Pero, lo importante es que aún cuando siempre he sido más Tay Pá que el resto de mis amigas, nunca he dudado de mi inteligencia o mis capacidades, y con el tiempo y todo lo que me ha pasado aprendí a hablar fuerte y hacerme escuchar. Sufrí cuando esos chicos me terminaron por mis rollos demás, pero luego me di cuenta que sencillamente si ellos pensaban de esa forma, era un despropósito seguir en esas relaciones. Ser gordita y usar talla L o XL aún cuando mido 1.54 es a veces motivo de crítica, pero también me sirvió para hacerme más fuerte y saber cómo responder. Porque si no eres demasiado gorda, eres demasiado flaca, o demasiado cualquier cosa. Motivos para que a uno lo critiquen hay millones. Pero eso no puede hacer que nos sintamos menos. O que pensemos que esta es una mala fotografía porque se me ve gorda. NO SEÑORAS, no se me ve gorda. ¡Soy Gorda y esta foto es extraordinaria!

 

¿Pero por qué tanta alharaca con este tema? Ya a estas alturas del partido deben saber que yo no me callo la boca y siempre voy a decir lo que pienso, aún cuando me pueda costar que algunas personas a las que no les gusta dejen de seguirme o me consideren una mala profesional. En este mundo hace falta más gente que genere polémica por temas que realmente importan. Hace poco recibimos la llamada de una clienta que se quejaba de que no reconocía a su hija en las fotos que le habíamos hecho, porque se le veía muy “redonda” la cara. Es decir, a reclamarnos por supuestamente hacer nuestra chamba mal. Inclusive me pasó fotos hechas con el celular y tomadas desde arriba, en las que me mostraba que la cara de su hija no era como en las fotos que yo le había tomado. Creo que a estas alturas todos sabemos que tomar las fotos desde arriba hace que la perspectiva hace que los razgos se “afinen”. Las fotos que yo le tomé eran a la altura de la bebe, es decir yo sentada en el piso para estar a la altura de la enana, como lo hago con todas las criaturas que vienen a mi estudio. Además aún no le habíamos hecho photoshop ni había ninguna distorsión de la imagen por el lente, ni ningún detalle técnico que pudiera hacer que la foto estuviese mal hecha o que hiciera que la cara de la bebe se viera más ancha. Es decir, su queja era netamente una cuestión de percepción sobre la supuesta “redondez” de su hija y no porque la foto estaba mal tomada. En otras oportunidades hemos tenido a mamás que querían que photoshopeáramos los rollos de las piernas o las papadas de los bebes para que no se les vea gordos. Y esto, la verdad, me da entre pena y risa, porque al fin termina derivando en comunicarle a los niños una terrible inseguridad sobre sus cuerpos. ¡Con lo ricos que son esos rollitos y cachetes! Así que lo siento, pero no estoy dispuesta a photoshopearle los rollos ni los cachetes a ningún bebé. Me parece una gran tontería. Puedo arreglar granitos, cicatrices o lo que quieran, pero “bajar de peso” a un bebé en una foto es algo que de ninguna manera haré.

 

Así que en estas semanas desde mi último post estuve pensando mucho en lo importante que es cultivar el amor propio en nuestros hijos. En cómo esa educación tan básica es tan o más importante que lo que aprenden en un colegio y cómo va a contribuir a hacer un mundo mejor. Así que yo, por mi lado, estoy decidida a enseñarle a mi hija a amarse como es. A aceptar su cuerpo y a tratarlo bien, y además a respetar a los demás. A cuidarse, si, a ser saludable y tratarse bien, pero también a disfrutar la vida y a no dejar que la crítica de los demás melle en su autoestima. Esa autopercepción que los niños tienen de si mismos empieza en la imagen que sus padres los ayudan a construir. El bullying empieza por casa, señoras. ¿Por qué? Porque o no les ayudamos a construir una autoestima sólida, o permitimos que nuestros hijos sean los que bulleen a otros niños. Así que hay que ser bastante más conscientes de los mensajes que les transmitimos a las próximas generaciones para tener un mundo más sano y feliz. La educación no empieza en el colegio, empieza desde casa, desde que son bebés. No pues, no soy psicóloga y aún no nace mi bebe así que seguramente muchas pensarán “y esta de qué habla si aún no es mamá”, pero no hay que ser una erudita para darse cuenta que los niños aprenden por imitación y que hay que educarlos con el ejemplo. Basta con las críticas destructivas.

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Semana 23 – ¡Celebremos cada semana que pasa!

Ya tengo 23 semanas y media. La panza esta gigante y siento que algunos días es mas grande que otros. Aunque esto sospecho que es un poco por la digestión lenta y la mala evacuación (todas las mamas ya hablamos de estos temas, y dejamos el romanticismo de lado, no? jajaja) Hay momentos en que tengo partes de la panza mas duras, y creo que es porque la gorda anda dándose de volantines y lo que siento es su poto o tu cabeza. Me divierte pensar en como nos vamos a divertir!

 

Como les he ido contando, mi embarazo ha sido bastante tranquilo a comparación de las historias de terror que he oido durante estos años como fotógrafa de bebes. Nada de nauseas ni grandes malestares. Ahora tengo un dolor de muñecas que se ha ido extendiendo hacia los codos, causado por una compresión de un nervio cervical por mala posición al dormir. Pero siempre he dormido igual! Ya no se que hacer! Hoy me compre la almohada mas cara de mi vida. Espero que funcione. El otro síntoma constante desde que me entere que estaba embarazada es mucho sueño. Estoy segura que es mi cuerpo, que sabiamente empieza a acumular crédito de sueño para los primeros meses de Vera. ¿Será que me deja dormir o será una bebe High Demand? Solo lo sabré en unos meses. Se que al final los hijos hacen un poco lo que les da la gana. Desde el momento en que deciden llegar. Yo quise hombre, pero es mujer. Quise parto natural, pero inevitablemente será cesárea. Me da miedo lo que se me viene. Pero al mismo tiempo no puedo estar mas emocionada.

 

El tiempo avanza inexorablemente y mi enana es cada vez mas real. Ahora la siento pateando todo el día, y sospecho inclusive que le da hipo, porque a veces siento golpes a un ritmo definido y constante. Siempre he escuchado que las abuelitas dicen que los niños crecen cuando les da hipo. ¿Será que mi hija nace grande? Me imagino que todas las mamas nos preguntamos cada día de estos 9 meses de espera como se vera nuestro bebe. En el caso de mi hija, tiene una abuela peruano-japonesa, una afroperuana, un abuelo francés y otro italo argentino. Así que las posibilidades son infinitas. ¿Saldra chinita? Negrita? Gringa de ojos azules? Me divierte pensar en lo que la genética nos depara. Al fin, lo único que realmente me interesa es que este completa, sana y que sea una niña feliz. Y esto lo repito en cada post, pero es que realmente veo tantas barbaridades todos los días en Facebook, que me preocupa poder criar a una persona feliz y de bien. Con conciencia, criterio y profundo respeto por nuestro mundo y los seres que nos rodean. ¡Vaya reto!

 

Nunca he sido una persona demasiado miedosa. Ansiosa sí, pero no es el miedo lo que me vence. Más bien desde niña siempre he sido bastante temeraria. Mi mamá me dice que ahora que me toca ser mamá pagaré todas mis travesuras de niña. ¡Ay de mi! Espero poder enseñarle a mi hija lo mismo. A no temerle a la vida, sino a hacerle frente, siempre con el mentón en alto. A mejor arrepentirme de las cosas que hago que de las que dejo de hacer. A vivir la vida y a no dejar que la vida me viva. Aunque tengo que aceptar que últimamente la preocupación por hacer dinero para poder darle a mi gordita todo lo que va a necesitar, me consume más tiempo del que me gustaría y pienso que tal vez no estoy realmente disfrutando de mi embarazo. A veces me despierto por la madrugada y mientras hago pila, me pregunto si realmente seré capaz de sobrevivir y de sacar a mi hija adelante. Me preocupa que los meses en los que vaya a estar de licencia de maternidad me consuma los ahorros y que luego no pueda reponerlos. Aunque dicen que los bebes vienen con el pan bajo el brazo. Espero que Vera llegue con una panadería completa. Jajaja.

 

Cada semana que pasa es una meta cumplida. Cada semana que pasa es una semana en la que mi beba sigue conmigo, y cada vez se disminuye más el riesgo de perderla. Así que cada sábado que llega, celebramos las dos juntas. Ahora, ya a las 22 semanas y media mi ansiedad ha disminuido muchísimo. Estoy pudiendo controlar mejor mi peso, pero claro que me arrepiento de haberme desbandado en los primeros 3 meses. Subí 7 kilos, y en total hasta ahora que tengo 5 meses y medio de gestación, voy 9 kilos. Aún falta la parte más pesada de la dulce espera de mi enana, y aún tengo varios kilos más por ganar, así que aunque intento disfrutar de mi embarazo, a veces ese disfrutar se traduce en comer rico y eso es algo que no puedo hacer todo el tiempo. Así que intento salir a caminar con mi perra para luego poder comerme un chocolate y no sentir culpa. jaja. En realidad lo único que realmente me preocupa es que no me de preeclampsia ni diabetes gestacional para que mi gorda no tenga ningún problema y podamos llegar al final del embarazo sin complicaciones. Así que fui a visitar a mi nutricionista que me ordenó comer más proteína animal de lo que solía consumir. Cosa que realmente no me encanta, porque realmente casi no comía carne. Pero bueno, ya me doy cuenta de los sacrificios que empezamos a hacer las mamás desde la panza. Nunca he sido Miss Perú, ni pretendo ser flaca, pero sí estar sana y que mi bebe nazca saludable. Nada más.

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Semana 21. Vivir sola estando embarazada

Ya tengo 21 semanas y media. El lunes que tuvimos la ecografía morfológica del segundo trimestre me confirmaron que hasta el momento todo está dentro de lo normal y que al parecer todo va bien. Y digo al parecer, porque uno nunca sabe qué puede pasar más adelante. Aunque siempre es bueno mantenerse con mente positiva, tampoco lo ideal dar las cosas por sentado. Así que cada semana que pasa es un motivo de celebración. Vera ya está pesando casi medio kilo, y en esta ecografía no se dejó ver la carita porque ya está de cabeza y de espaldas. Es una rebelde sin causa. Lo que se hereda no se hurta.

 

Siempre he oído que una vez que nos convertimos en mamás, las preocupaciones no acaban nunca. ¡¡¡No sé en qué me he metido!!! Jajaja. Francamente una de las preocupaciones más grandes que tengo es seguir viviendo sola mientras Vera está en mi panza. Por ahora, con casi 5 meses (tengo ya 21 semanas y media) la panza va in crescendo. Cada vez me cuesta más levantarme de la cama, agacharme a recoger las cosas que se caen, me preocupa bañarme y caerme en la ducha porque no habría quién me saque de ahí. No me siento en total libertad de sacar la basura, de pasear a mi perra, o subirme a la banqueta para sacar algo que está en las repisas altas porque me preocupa pensar en que podría pasarme algo y no ser capaz de hacer algo al respecto. Ahora más que nunca me muevo hasta al baño con mi celular, porque si en caso tengo algún accidente sé que podré hacer alguna llamada. De hecho en este momento sí me gustaría poder estar acompañada por más que mi pequeña manada de perra y gatas, porque aunque intenté, no han aprendido a hacer llamadas telefónicas…

 

Volver a casa de mi mamá no es una posibilidad. Nos amamos, pero ambas sabemos que es mejor que cada una tenga su propio espacio. Tenemos personalidades muy fuertes, y siempre terminamos chocando. Por otro lado, tengo 3 gatas y una perra que no pretendo abandonar o dar en adopción, menos aún teniendo en cuenta que yo las rescaté y que son una parte fundamental de mi vida, y a mis papás no les haría ninguna gracia que yo llegara con toda mi mancha. Y claro, también está el hecho de que el estudio de fotos no podría mudarse a la sala de la casa de mi madre sin que a ella le da un paro cardíaco. Así que bueno, por el momento esto es lo que me toca vivir. Así que me toca ser más precavida de lo normal y tomarme la vida con calma para no ponerme en riesgo. Ahora me muevo como tortuguita, asegurándome que cada paso que doy es firme y que no caeré. Si salgo a caminar, trato de evitar los charcos de agua, y siempre ponerme zapatillas para no resbalarme. Creo que mi perra sabe bien lo que pasa porque camina a mi lado sin jalarme.

 

No hay día que no extrañe ir al mar, pero ya habrá tiempo y más oportunidades de ir a correr tabla una vez que mi beba haya nacido. Y espero poder enseñarle el amor y el respeto al mar y la pasión por el surf. Ojalá ella sí se anime a correr tabla desde pequeña, como no lo hice yo.

 

Leí un post de una amiga que decía que el embarazo no es una enfermedad, sino una etapa para seguir viviendo la vida a full. Y yo solo pensaba que en realidad cada mujer vive cada uno de sus embarazos siguiendo el ritmo y el instinto del cuerpo y del bebe. La veo andar en tacos, y yo quisiera que ya hiciera calor para poder andar en chanclas. A mi no me provoca salir, me provoca estar tirada en mi cama con mis hijas cuadrúpedas viendo series en Netflix, o leyendo, o escribiendo o viendo fotos. Así que no lo tomo como un tiempo de enfermedad, pero si de concientización, de disfrutar de la revolución que estoy produciendo en mi pancita. ¡Cómo me doy cuenta de lo importante que es seguir el instinto propio y lo fácil que es juzgar a otras mamás! Cada una de nosotras cría a sus hijos como mejor le parece. Lo único que siempre habría que tomar en cuenta es que sin importar nada, el respeto por los demás y la buena educación son cosas indispensables en la educación de todo niño.

 

Aunque a veces me cuesta un poco aceptarlo y me dejo nublar por las preocupaciones del día a día, estoy agradecida con el universo por darme la fuerza para seguir cumpliendo mis sueños, por no dejarme vencer por los obstáculos que se me presentan, por siempre darme más oportunidades para caer y levantarme, por rodearme de personas buenas y sobre todo por darme la oportunidad de sentir y saber que tengo una minimi creciendo en mi wata. Quedan 17 semanas de espera. Cada sábado celebro que estamos a una semana menos de conocernos.

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Los años y el reloj biológico

Sí, tengo 34, 4 meses y medio de embarazo (¡merde! ¡qué rápido pasaron estas últimas 15 semanas!), no estoy casada, no tengo pareja, vivo sola y soy mamá soltera (de 1 perra, 3 gatas y próximamente de mi frijolita). #MeMueroMuerta. ¡Qué escandalo! Me pregunto qué habría sido de mi vida si hubiera nacido a principios del siglo pasado. Felizmente no fue así, así que poco me importa el qué dirá la gente. ¿La gente paga tus cuentas? ¿Se encarga de tus hijos? ¿De tu felicidad? ¿De su educación? ¿De poner el pan en la mesa? Pues no, ¿así que por qué angustiarse por lo que pueda decir o no decir la gente? La gente habla porque tiene boca. Así que al menos que tengan algo bueno para decir, o una crítica constructiva, es mejor que cierren el pico. Lo siento, pero ya desde antes que nazca mi gorda saco mis garras de mamá leona. Porque no, no seré mamá gallina, sino que le enseñaré a ser fuerte y hacerle frente a cualquier adversidad. Pobre de aquel que se atreva a hacerla sufrir. POBRE.

 

En mi primera cita pre natal, el primer doctor me disparó dos preguntas que le dieron rienda suelta a mis hormonas y me hicieron llorar apenas las oí. La primera era cuántos años tenía, y la otra si ya tenía hijos. A la primera contesté sin problemas, aunque sospechaba hacia dónde iba el tema. A la segunda contesté que no. Luego me preguntó si era mi primer embarazo. También contesté que no. Porque aunque muy poca gente lo supo en el momento, perdí un bebe hace 2 años y me ha costado muchísimo aceptarlo e inclusive contarlo. En esa ocasión solo llegué hasta la semana 10, pero cómo dolió. Fue un infierno. De hecho, el día que me enteré que estaba embarazada de Vera, fue exactamente el mismo día que me enteré de mi primer embarazo dos años antes, así que ese día fue súper feliz y un poco triste al mismo tiempo. Pero esta es otra historia que ya les contaré más adelante. Por ahora, lo único que les diré es que es una herida que ya sanó, y que por eso esta beba es tan esperada.

 

El tema es que este doctor me recetó un cocktail de progesterona so excusa de que el embrión se agarrara bien por el antecedente de la pérdida y “por mi edad”. ¡Maldita sea! ¿Por mi edad? Ahí sí que me sentí una anciana y sobre todo me hundió en una angustia terrible por no saber si mi beba estaría bien, si podría continuar con el embarazo… Los casi S/.300 que gasté en esas pastillas de progesterona hicieron que mi cuerpo se sumergiera en un mar de hormonas, náuseas, indigestión y otros síntomas poco simpáticos. Cuando me cambié de doctor y encontré al maravilloso Villavicencio, lo primero que hizo fue quitarme todas las pastillas, porque me explicó que la progesterona no era necesaria a menos que hubiera tenido un historial de más de una pérdida y que mi edad aún no era un tema de preocupación. ¡Cómo amé oír estas palabras!. Así que unos días después de dejar de tomar esas hormonas, todo volvió a la normalidad de un embarazo tranquilo y feliz.

 

Semanas después, además, pude hacerme la eco de la semana 12, y el ecógrafo me dio la tranquilidad que el riesgo de anormalidades genéticas es bastante bajo. Solo sigo rogando por que todo siga bien. Todos los sábados celebro que puedo pasar una semana más con mi piojita. ¡Qué importante es ser feliz y celebrar los pequeños logros!

 

En fin, la verdad es que desde que tengo uso de razón busco al príncipe azul en la esperanza de tener una familia feliz y vivir en una hermosa casa de campo llena de animales y cultivando mis propias frutas. No sé si engañada por las películas de Disney, o por mi mente ávida de dramas y romance, pero en mi corazoncito siempre he albergado la esperanza (aún viva) de conocer al hombre de mis sueños. En el camino encontré varios sapos, y ninguno de ellos se convirtió en príncipe por más que me los chapé. Jejeje.

 

Así que después de 34 años de buscar y buscar, y fracasar un sinnúmero de ocasiones, sentía que “el tren se me estaba pasando”, que mi reloj biológico se hacía cada vez más presente, y en las noches que pasaba con mis gatas y mi perra viendo Netflix, escuchaba el tic y el tac cada vez más claramente. Sobre todo en los últimos meses antes de quedar embarazada, cuando aún vivía una relación tormentosa en la que ambos queríamos cosas completamente diferentes en la vida. ¡Qué difícil sentirse sola y poco amada cuando vives con alguien que no es para ti! A veces cuesta sangre, sudor y lágrimas aceptar que una relación ha fracasado y que es necesario volver a estar sola. A mi me costó varios meses no solo aceptarlo, sino comunicarlo. Estaba aterrada de volver a estar sola. Pero siempre es mejor estar sola que estar en una relación sin amor.

 

Yo estaba justo en ese momento de mi vida. Había ya aceptado que esa relación no daba para más, me estaba ahogando y necesitaba desesperadamente mi soledad, mi libertad, mi libre albedrío. Necesitaba dejar de pelear todo el tiempo y volver a mi existencia pacífica. Necesitaba soltar, dejar ir y viajar un tiempo. Sola. Con mis ideas, con mis ganas de volver a ser feliz. Había empezado a considerar la posibilidad de adoptar un niño y/o inseminarme a finales de año o a mediados del próximo, pero no era una decisión tomada todavía. Lo que sí tenía claro es que quería ser mamá, y que no quería que pasara mucho más tiempo.

 

Así que di por terminada la relación y me fui a Mexico. Había planeado ir a tomar un taller de fotografía a CDMX, y de paso pasear un poco. Así que agarré mis cosas y tomé el avión hacia la próxima etapa de mi vida. Estuve 17 días viajando sola por la península de Yucatán y por sus hermosas playas. Me enamoré de Tulum, de su gente, de sus bosques, sus cenotes, sus playas de agua turquesa, de su arena blanca. Me enamoré de su silencio, de su música y su vibra positiva. Conocí CDMX, sus museos, sus restaurantes, volví a ver amigos a los que no veía hacía años e hice un grupo extraordinario de amigas fotógrafas. Juré volver. Y luego estuve lista para regresar a Lima.

 

Y a mi vuelta, ya cuando el chico del que les hablaba se hubo mudado de mi casa y pude volver a respirar tranquilidad. Poco después tuve un episodio -bastante improvisado- de pasión novelezca con mi amigo y que resultó en este bultito lleno de amor que crece en mi panza día a día. Fue una travesura/accidente feliz y del que no me arrepiento ni un segundo. ¡Quien esté libre de pecado que tire la primera piedra!

 

Entonces, a pesar de todo lo que les he venido contando y saber que moría de ganas de ser mamá, hay partecitas de mi que se arrepienten por breves instantes de no haber sabido esperar un poco más. Pero esta idea desaparece rápidamente de mi cabeza. Me avergüenzo inclusive de siquiera pensar en arrepentimiento. Por ahí alguna vez oí que no hay mamá que no se haya arrepentido al menos un poquito de haber tomado la decisión de tener hijos. Así que yo creo que una nunca se siente completamente preparada para procrear. Y ese momento en que te enteras que viene un crío, es cuando empieza la bipolaridad absoluta. Aún cuando hoy en día una gran parte de las mujeres de mi generación posponen la maternidad hasta bien entrados los treinta, creo que seguimos teniendo la sensación de que podríamos haber cumplido más sueños o metas antes de cambiar pañales y dar la teta. O tal vez ¿me equivoco?. Desde mi punto de vista, por más que tengas la certeza de que estás lista para hacerte cargo de una pequeña personita, supongo que siempre queda la sensación de que podrías haber viajado más, conocido más, estudiado más, hecho más. De que podrías esperar a tener el carro, el depa o el matrimonio perfecto. Aún cuando terminaste la universidad hace años, igual que la maestría, tienes una pequeña empresa, ya has viajado, te has juergueado y te has divertido todo lo que has querido, aún queda la sensación de “¿y si me adelanté?”. Por momentos aún me cuestiono si tal vez debí haber esperado un poco más a conocer a alguien que me acompañe en esta loca aventura de la maternidad. Pero ¿y si nunca aparecía? ¡Me iban a salir raíces de seguir esperando! Así que la vida pasa mientras uno hace planes. Ya tampoco me preocupo, porque ya sé que conoceré al amor de mi vida en unos meses. Solo le pido al universo que siga siendo amable y que me permita llegar a término y poder conocer a esta personita que tengo dentro. Y que esté sana. Y que me ayude a enseñarle a ser feliz.

 

Por cierto, el 19 de agosto empecé a sentir que se movía un pescadito en mi panza. Pero ese día no me quedó muy claro si era Vera, o si tal vez era un gas. Hoy, ya con 19 semanas y media de embarazo, sí puedo decir que mientras escribo este post y lloro de felicidad y luego sonrío, mi piojita está bailando lambada dentro de mi panza. ¡Soy feliz!

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Estar sola no es tan solitario

Hoy, 18 de agosto, cumplimos 18 semanas de estar juntas. Han sido 18 semanas intensas, de descubrir una felicidad diferente. De sentir que me crece la panza y celebrar que ya no es solo todo lo que me como, sino que ¡hay una gatita creciendo! ¡Yeah! Al fin tendré excusa para hacer las colas preferenciales en los bancos y super mercados! Son 18 semanas de ser dos habitando el mismo cuerpo y por y para siempre el mismo corazón. Cada sábado celebro porque sé que pronto conoceré al amor de mi vida y sé que nunca más estaré sola.

 

El lunes de esta semana Adolfo, mi doctor, me confirmó que espero a mi heredera, a la niña de mis ojos, a mi mejor amiga, a mi compañera de vida. Y aunque tengo que admitir que en algún rinconcito de mi corazón esperaba que fuese hombre, estoy inmensamente feliz de saber que mi gorda está creciendo y que está todo bien. Vera es el nombre elegido. Y le deseo toda la fuerza, toda la vitalidad y toda la felicidad del mundo, entre muchas cosas más. Lo único que me rompe el corazón es saber que no podré tener un parto natural. Resulta que tengo pelvis androide, o sea que es taaan pero taaaaaan estrecha que si hubiera nacido en otra época, hubiera muerto dando a luz. Plop! Así que ya empecé a hacerme a la idea de que tendré que cesarearme. Pero habiendo sido testigo presencial de dos partos por cesárea, tengo un pánico indescriptible. Tengo ganas de buscar una segunda y tal vez hasta tercera opinión para ver si tal vez hay esperanza. Aún lo estoy considerando.

 

Ese mismo día por la noche empezó a salirme calostro, claro que por gotitas. Al principio pensé que era sudor, pero luego recordé que estamos en invierno… ¡ja! Fue locazo, porque hasta ahora si no fuera por las ecografías y porque me ha crecido la panza, no termino de creerme que tengo a una personita adentro mio. Cada vez que agarro mi panza lloro porque sé que estoy produciendo un ser humano, y ese sentimiento es increíble, llena cada rincón del cuerpo, del corazón y de la mente. Mientras leo o trabajo, he ido produciendo una pierna, un ojo, una mano… Mientras duermo le va creciendo pelo, uñas y una sonrisa que espero que nunca se le borre…Pero supongo que hasta que no la vea y no la sostenga en mis brazos, es aún un sentimiento aún virtual. Y eso que hasta ahora pienso que en realidad mi panza es más de antojos que de bebé. O sea, veo las fotos de mis amigas con sus micro pancitas redonditas, y en nada se parecen a mis llantas. Pero igual las gozo y sobo mi barriga mientras le hablo a mi minimi. Le digo que sea buena, que se porte bien, que no sea como su mamá que de chibola era una patejudas que hacía renegar a la abuela. jajaja. Espero que me haga caso. También le digo que sea una niña feliz. Que sea lo que quiera ser en la vida, pero por sobre todo, que sea feliz.

 

Aún no siento sus pataditas, pero por la noche me quedo dormida en silencio esperando a sentir ese leve aleteo de maripositas… o fácil una patada voladora bien al estilo de Bruce Lee. Espero que no pase mucho más tiempo hasta sentir ese primer movimiento. La espera desespera y no he sido nunca precisamente muy paciente con estos asuntos.

 

Fui yo quien tomó la decisión de caminar este camino “sola”. No porque piense que el padre sea un mal tipo, de hecho, como ya les conté antes es uno de mis mejores amigos y lo adoro, pero intentamos algo hace tiempo, y no funcionó. Sé que él esperaría algo de mi que yo no podría darle, y yo tendría expectativas sobre él que terminarían en frustraciones, porque aunque lo quiero como uno de mis mejores amigos, somos personas muy distintas. Pero como alguna vez alguien me dijo, querer a alguien no significa que puedan estar juntos. Así que preferí, por el bien de los 3, andar este camino “sola”. Acepto y no tengo ningún problema con que la responsabilidad sea mía, así como las decisiones que tendré que tomar a lo largo de la vida de mi cría. Con esta decisión no busco la aprobación de nadie. No espero que nadie me entienda. Varias amigas mias me han cuestionado sobre los derechos del padre, o sobre la identidad de mi hija. Primero: dejen de cuestionarme. No tengo por qué darle explicaciones a nadie. Deberían saber que lo que hago, lo hago por la paz, la felicidad y la tranquilidad de todos. He visto tantas veces conflictos entre padres que no llegan a ponerse de acuerdo en tonterías que la verdad es que yo no quiero eso para mi, ni para el papá ni para mi hija y menos aún para mi. Quiero una vida llena de felicidad, no de discusiones. No le estoy negando nada a nadie, de hecho me encantaría que sea él quien le enseñe a nadar y a correr tabla. Él va a poder estar ahí si lo desea, pero no está obligado. Puede contribuir si desea, pero yo no voy a reclamarle nada porque así lo decidí. Prefiero mi paz mental que pelearme por dinero. Me tocará trabajar el triple, y no tengo ningún problema. Y Vera va a poder conocerlo y pasar el tiempo que quiera con él, si él lo permite. Por sobre todo, mi promesa conmigo y para mi hija es que no habrá mentiras respecto a nada.

 

Esto para mi significa que nadie tiene por qué estar obligado a asumir una responsabilidad que no desea, menos aún cuando esa responsabilidad es un hijo que lo único que se merece es todo el amor que se le pueda dar. Habrá gente que me diga que soy una tonta por no obligarlo a cumplir con sus obligaciones. Pero para mi eso no funciona, porque si ese “obligarlo a cumplir sus obligaciones” trae peleas y mala onda, no le veo ningún sentido.

 

En estas 18 semanas he descubierto que aunque pensé que iba a recorrer este camino “sola”, estoy más acompañada que nunca en mi vida. Estoy rodeada de gente que se preocupa por mi (si, el papá es uno de ellos), que me pregunta todos los días como estamos, que me engríe, que está allí. Y eso es todo lo que me importa.

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