El Miedo
Pocas veces antes he sentido miedo. Pero miedo de verdad, de esos que te quitan el aliento y hacen que tu corazón se acelere, te suden las manos y hacen que no puedas pronunciar una palabra durante varios minutos tratando de entender qué es lo que está sucediendo. Angustia y ansiedad si son dos palabras que me han acompañado durante toda la mi vida. De hecho, mis kilos demás siempre se los he atribuido a justamente ser una persona bastante ansiosa. Aunque tengo que aceptar que con los años he aprendido a controlarlo, y más bien aceptar que las cosas pasan por algo y que todo es cuestión de no dejarse llevar. Entonces también tengo que aceptar que mis kilos demás también se deben a que me encanta comer rico 😛 jiji ¡Es imposible no antojarse viviendo en Perú y teniendo tantas cosas ricas!
Pero desde hace casi 4 meses el miedo (además ahora sé que hay varios tipos de miedo) me asalta apenas me despierto, cuando me estoy bañando, cuando tomo desayuno, cuando paseo a mi perra, cuando estoy haciendo una sesión de fotos y tengo que agacharme, cuando estoy acomodando los props, cuando estoy a punto de dormir… es decir, básicamente todo el día. Ahora leo las etiquetas de todo lo que como, de las vitaminas, los medicamentos que me recetan, por cualquier cosa que siento ya estoy buscando síntomas en internet (claro, eso antes de llamar al doctor en caso fuese necesario).
Eso sí, mantengo la calma por sobre todo y no dejo que me paralice, porque sé bien que lo que una siente durante el embarazo se lo transmite al bebe y estoy haciendo mi mejor esfuerzo por llevar un embarazo tranquilo. Como bien, duermo bien, no tengo emociones fuertes, ni demasiado estrés, ni nada que pueda ser clasificado como “dañino” para mi frejol. Pero el miedo es inevitable y constante. ¿A qué? Esto creo que es algo que solo podrán entender las que alguna vez hemos estado embarazadas. Primero es el miedo de saber si realmente está ahí, si esos dolores que nos acompañan durante la etapa de implantación del embrión son normales o es que estamos teniendo una pérdida. Claro, para las primerizas como yo que no teníamos ni idea de lo que significa un dolor de implantación, esto puede resultar bastante preocupante. Básicamente es como un dolor de regla durante varios días que es causado porque el embrión se está “agarrando” bien al endometrio, membrana interior que recubre el útero para poder seguir desarrollándose. Pero como con todo, cuando comprendemos lo que está sucediendo con nuestro cuerpo, el dolor es bienvenido y más tolerable. Luego viene el miedo de ir al doctor y tal vez oír palabras que no queremos. Saber si el embrión está en el útero o fuera de él, saber si hay alguna condición que tal vez nos impida continuar con el embarazo. Y también el miedo a la primera y cada una de las ecografías que siguen. Son terribles los minutos previos a sentir el tacto frío del gel, y no saber si nos dirán que nuestro bebé está bien. También está el miedo de cómo reaccionará el papá, la familia y quienes más nos importan. Aunque al fin, este es un miedo que lograremos superar si realmente queremos a este bebe, y encontraremos la forma de seguir avanzando. Como mamás, creo que empezamos a descubrir una fuerza interior que no habíamos visto en nosotras antes.
En fin, hay tantos tipos de miedos que aún no descubro y tantos momentos en que podemos dejarnos sorprender por esta sensación, que supongo que hay que ir acostumbrándose, porque según mi mamá y todas las mamás con las que alguna vez conversé de esto, no dejará de estar siempre presente en todos los momentos de nuestras vidas como mamás. Al menos esto me hace sentir acompañada, sabiendo que no soy la única neurótica que se preocupa por todo. Jajaja!
Aún me faltan algo de 24 semanas para conocer a mi frejol, así que me queda un largo paseo en una montaña rusa emocional. Ya les iré contando…