Maternidad en la época del #CORONAVIRUS

Día 2 de #aislamientosocial.

 

Estoy aprovechando en ordenar mis papeles. Despertarme temprano y leer el libro que tenía en mi mesa de noche. Revisar correos, whatsapps. Sacar los papelitos de mi billetera. Cocinar rico. Estoy aprovechando en jugar con Vera un poco más de la cuenta, porque con el juego y los apapachos no hay exageraciones. En estos días limpiaré ventanas, arreglaré los cajones y las despensas, lavaré ropa, moveré las camas para pasar la aspiradora. En resumen, estamos aprovechando los días en casa para hacer todo eso que en el día a día se hace imposible por la velocidad con la que hay que vivir. Todo esto, sabiendo que allá afuera la cosa está brava. Y que quedarse en casa es una medida de prevención que hay que tomarse bien en serio. Que el #coronavirus, aunque con una mortalidad bastante baja en comparación a otros virus, está afectando a miles de personas y que la única manera de contenerlo es poniendo al mundo en cuarentena. No es ser alarmista, es ser solidario.

 

Ser #mamá es una de las cosas más aterradoras que me ha pasado en la vida. Antes de tenerla era una mujer valiente, aventada, sin muchos temores. Pero desde que salí embarazada todo me da miedo. No me malinterpreten. No son fobias. Es que todo lo que nos rodea representa una amenaza en potencia. Tengo miedo por todo de lo que tengo que proteger a mi hija.

 

Yo nunca he sido demasiado metódica con la limpieza y el orden. Es decir, dejo que Vera se tire al suelo y agarre la tierra de nuestro jardín. Que duerma con mis gatitas y con la Negrita cuando aún vivía. Dejo que se moje con la manguera cuando hace calor, y no me da el soponcio cuando la veo metiéndose algo a la boca (aunque obvio sí intento ver qué es y sacárselo). Pero saber que hay un virus dándole la vuelta al mundo y que lo único que podemos hacer es quedarnos en nuestras casas y lavarnos bien las manos, me da una sensación de desesperanza que no sé si alguna vez me podré quitar de encima. Intento respirar profundo y tomarlo con calma, pero lo cierto es que el coronavirus es solo la cereza que decora el pastel. Es terrible que una cosa decante en otra y estar escribiendo esto que tal vez pueda ponerlas más intranquilas, pero creo que esta cuarentena debería servir también como un espacio de reflexión. Todos los días se ven barbaridades por todos lados. No solo robos, violencia y corrupción política. Sino violaciones, asesinatos, guerras, el cambio climático… ¿Qué mundo le estamos dejando a nuestros hijos? ¿En qué mundo nos hemos acostumbrado a vivir, mirando al lado cada vez que vemos que algo malo está sucediendo? ¿Tan ciegos estamos que nos limitamos a seguir mirando la pantalla de nuestros celulares mientras que afuera la cosa está tan podrida?

 

¿Es cierto que una sola persona no puede cambiar el mundo? Me atrevo a decir que esto no es cierto. Sí que hay personas que pueden cambiar el mundo con sus actos. Y somos todos nosotros. Aunque tal vez no sean grandes actos heroicos, aunque no salvemos elefantes, o creemos máquinas que limpien los océanos. Aunque lo que hagamos tal vez no se publique en redes, ni sea reconocido por las masas, sí podemos hacer cosas pequeñas para cambiarle el mundo a nuestros pequeños. Para cuidar a nuestras familias, a nuestras comunidades. Cosas que harán que nuestros hijos sean personas de bien, solidarias, empáticas, responsables. Y no estoy hablando solo de ordenar su ropa y hacer sus tareas, sino de ser socialmente responsables. Podemos modificar nuestras acciones para que nuestros hijos aprendan con el ejemplo. No tiren basura en la calle, recojan las caquitas de sus perros, no estacionen donde no deberían, aprendan a compostar, separen sus plásticos, no sean consumistas. Cuando vean a alguien haciendo algo que no es correcto, háganselo saber, ayúdenlos a corregir sus errores así protesten o se arme un lío en la calle. Dejen de mirar a otro lado. Hay ¡TAAAAANTO! por hacer…

 

El coronavirus es un virus que poco a poco se podrá controlar y en su debido momento llegará a su fin. Con paciencia, con amor y sobre todo haciendo caso de las medidas que se están tomando para aplacarlo.

 

Pero hay cosas más grandes e importantes que también están sucediendo en el mundo y a las que debemos de hacerles caso, como le hemos puesto atención al control de esta enfermedad. ¿No les parece?

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5 meses y medio después

Claro, de todas maneras iba a postear todos los días. Jajaja! ¡Estaba claro que no tenía ni idea de cómo era ser mamá! ¡Con las justas tengo tiempo para ir al baño con tranquilidad! Y aunque Vera es tranquila, hay tantas cosas por hacer que las horas no alcanzan. Así que simplemente en lugar de hacer una lista de cosas por hacer, haré listas de cosas que no debo hacer para así ocuparme de lo verdaderamente importante.

 

Aún cuando tengo toda la intención y pienso todos los días en escribir un nuevo post, la verdad de la milanesa es que no me da el tiempo. Ni el tiempo, ni la vida y a veces tampoco las ganas. De hecho, este mismo post lo vengo escribiendo hace dos meses y recién lo vuelvo a agarrar con la intención de acabarlo y publicarlo de una vez. Aunque sospecho que entre las sesiones que hoy tengo, y que el día se pasa volando, no lo lograré. Pero haré mi mejor esfuerzo. Nunca en mi vida habia sido tan sincera como hoy en dia. No hay tiempo ni para darse un buen baño la verdad jajaja. Si, la verdad es que me preocupa no seguir siendo productiva como antes, pero sinceramente, me preocupa más que mi hija crezca y no haber sido parte sustancial de ese desarrollo, no verla crecer y alcanzar los pequeños logros de su infancia. Los bebes crecen todos los días, y yo tengo la enorme suerte de poder trabajar en casa y estar ahi para ella, aún cuando estoy haciendo fotos, respondiendo correos o mensajes, viendo la estrategia de marketing o pensando en qué más hacer para seguir generando dinero y darle todo lo que necesita. Hasta que me doy cuenta que lo único que realmente necesita es a mi. Mi amor, mis cuidados, mi atención. Así que intento no preocuparme de nada más. El trabajo siempre va a estar ahí. Las preocupaciones, las ganas de seguir creciendo, el empuje para darle a mis negocios siempre van a estar ahí. Pero mi hija no siempre va a ser pequeñita. Así que me la como a besos todas las mañanas. Nos despertamos, cantamos la canción de Buenos Días, tomamos desayuno juntas, nos bañamos juntas, la cambio, le hago un masaje, le doy su teta y la acompaño a hacer la siestita. Y luego viene el trabajo. Todo esto me lleva a comentarles entonces que ser mamá también me está enseñando a ser mejor jefa. Las chicas que trabajan conmigo en el estudio son parte indispensable de mi equipo y ahora también de mi vida, porque sin ellas no podría seguir llevando adelante el estudio, evidentemente. Así que soy un poco más mamá que nunca. Y aunque me cueste decirlo, me doy cuenta que soy recontra mamá gallina. Más de lo que alguna vez pensé que sería. ¿Para qué negarlo?

 

Estos 5 meses han sido duros. No poder dormir de corrido (aunque el cuerpo se acostumbra a la larga), sentir y saber que me faltan horas al día para seguir chambeando, pero también para jugar con mi gordita, la incertidumbre de si estoy haciendo las cosas bien, la sensación de ya no poder seguir trabajando al mismo ritmo de antes y por ende de no generar el dinero necesario, la responsabilidad que solo se apoya en mis hombros, la sensación de soledad aún cuando tengo a tanta gente que nos acompaña y nos quiere. Ser mamá no es fácil. Es el trabajo a tiempo completo más duro que he tenido en mi vida. Pero es también el más gratificante y el más hermoso. Esto de ser mamá es bipolarizante. Hay días en los que siento que ya no jalo más. Cinco minutos después me sacudo y pienso “sí se puede, dale, vamos por más, ella lo vale”. Y me olvido de la sensación abrumadora de angustia y le sonrío a mi enana que me ve a lo lejos.

 

Antes escribía un post en 15 minutos. Hoy me toma varios días lograr reunir las ideas y el tiempo para escribir algo que valga la pena leer. Me encantaría escribir un manual de maternidad, pero luego me doy cuenta que mi hija tiene 5 meses y se me pasa… Eventualmente, otro de mis grandes sueños de la vida es escribir y publicar un libro. Espero encontrar el empuje necesario para sacar ese proyecto adelante y que deje de ser sueño para pasar a ser realidad.

 

En estos meses, quise escribir sobre varios temas. Pero como les fui contando, nunca encontré el tiempo para hacerlo. Así que ahora les cuento cómo me fue a mi con:

 

  • Los cuidados de la recién nacida: cambio de pañal, baño, ombligo: Tengo que admitir que yo ya venía con un poco de práctica y bastante cancha. A Dios gracias nunca me dio depresión post parto, así que luego de 7 días de pastillas, pasó el dolor de la cesárea y pude seguir atendiendo a mi gordita como si no hubiera pasado nada. La verdad me pregunto si será cierto que uno se identifica o se siente más mamá cuando ha pasado por el trabajo de parto. Supongo que nunca lo sabré, y a decir verdad creo que las que tuvimos a nuestros hijos por cesárea somos tan mamás como las que los paren por vía vaginal. Solo que me quedaré con las ganas de poder tener la experiencia… Entonces, en estos cinco meses me he ido enamorando cada vez más de mi enana, de sus gestos, de cómo va desarrollando nuevas habilidades, de cómo hace dos meses ya la hago reír con mis tonterías y muecas… los bebés son un universo aparte.
  • Los biberones: marcas, materiales, tetinas. Al final nos quedamos con Avent. Aunque como le doy solo leche materna, normalmente no los usa. Solo en los casos raros que yo esté fuera de la casa o demasiado ocupada, puede tomar la leche en el biberón, pero nunca toma más de dos onzas. No sé si sea flojera o que no le gusta la tetina, porque cuando es mi teta, ahí sí se puede pasar HORAS pegada, y hasta me usa de chupón. Y yo no puedo decir que no me gusta. Me seduce con sus ojitos chinitos y me provoca seguir ahí tirada con ella, conversando o en silencio y dándole tetita.
  • Los pañales: seguimos usando los pañales lavables, aunque de vez en cuando, sobre todo cuando salimos, sí le pongo los desechables por practicidad. Andar paseando un pañal sucio en la maleta no es nada agradable y ya hemos tenido algunos inconvenientes. Eso sí, si usamos pañales desechables, compramos la marca Bamboo, que en teoría es la menos dañina para el ambiente.
  • Las noches: ya desde que tenía 4 meses Vera se duerme (inevitablemente, sea donde sea que estemos) a las 7 de la noche. Si estamos en casa, basta con ponerle la pijama, echarla a la cama y darle tetita para que en menos de 5 minutos caiga. Pero si estamos en la calle sí se desata la hora loca, y hasta que yo no la cargo, no para el jaleo. Así que, aunque antes era pateperro y andaba por todos lados sin volver a casa desde el alba hasta el anochecer, ahora que soy mamá ya estoy en casa máximo a las 6pm para no agarrar tráfico y que no se desate la furia de la chinita… jajaja
  • La abuela: aún cuando pensé que mi mamá no sería muy “abuela” porque no es muy de niños (y a pesar de que ya tengo 35 años, no le encantó la idea de que fuera mamá soltera), ahora no puede más con la baba por su nieta. Y eso me hace inmensamente feliz, porque inclusive la dinámica con toda mi familia ha cambiado hacia una relación más cercana y bonita con mis hermanas y papás.

 

Ahora sí, prometo postear al menos una vez por semana, todos los miércoles como a esta hora. ¡Así que sigan sintonizándome a la misma hora y por el mismo canal! ¡Y déjenme sus comentarios para compartir nuestra aventura loca en la maternidad!

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Y de pronto…

Hace unas semanas empecé a escribir una entrada para un nuevo blog que quería hacer. Iba a ser un blog sobre las ocurrencias de una mujer que a los 34 años realmente no es vieja, pero así es como se percibe. No vieja para viajar, ni para emprender negocios nuevos, o estudiar algo, pero sí para iniciar una familia. De hecho sé que estoy en lo mejor de mi vida, pero a veces los paradigmas de la sociedad en que vivimos nos hacen pensar lo contrario. ¡Qué difícil es ser libre de mente! En fin, les seguiré contando de mi proyecto de blog. El título de la primera entrada iba a ser “Cómo ser una fotógrafa de bebés de 34 , soltera, sin hijos, con 3 gatas y una perra”. Ok, tal vez no hubiera sido tan largo, pero es para que se den una idea. Me sentía ya casi una crazy cat lady. Ahora más bien pienso que me encantan las familias grandes 🙂 Ese era más o menos el resumen de mi vida hasta hace algunas semanas. Tenía varios días pensando en cómo arrancar con ese primer texto, cuando me di cuenta que ¡OH SORPRESA! ¡Estaba embarazada! ¡Estoy embarazada! ¡EMBARAZADÍSIMA! Todavía lo tengo que repetir varias veces porque aún no me la creo. A pesar de las varias ecografías que ya llevo. Jajajaja (onomatopeya de una risa muy nerviosa). Así que Voilà! ¡Ironías de la vida!

 

En este punto de mi existencia, entonces, tengo varias confesiones que hacer que fueron las motivaciones por las que iba a escribir mi anterior blog. Hay algo que desde hace mucho tengo atracado entre el corazón y la garganta: en mi trabajo como fotógrafa de bebés, me preguntaron infinidad de veces (muchas con mucha dulzura, otras tantas con bastante desatino) si estaba casada, si ya tenía hijos, si pensaba tener hijos, o por qué aún no había tenido hijos. ¿Por qué? Porque tengo 34 y se me está pasando el tren? Porque realmente eso era lo que sentía. ¿POR QUÉ la gente piensa que tiene el derecho a cuestionar la decisión de una mujer respecto de tener hijos? Tener hijos no es un imperativo, ni una obligación, ni nos hace mejores personas. Y no tenerlo es una decisión muy personal que no debiera ser cuestionada. Y punto. Es una decisión que no se debería tomar a la ligera porque va a afectar el curso de la vida de la mamá, de la gente que la rodea y -principalmente- de la criatura en camino. Así que lo siento, pero tengo que desahogarme porque en todos estos años siempre respondía “todo llega en su momento”, pero tenía más bien ganas de responder “eso no es de tu incumbencia (carajo)”. Nunca se sabe cuándo una mujer no puede tener hijos, o no quiere tener hijos o ya tuvo hijos y algo sucedió. ¿Por qué entonces debemos hacer pasar un mal rato preguntando algo tan privado? Ya, esa fue mi pequeña catarsis 🙂

 

Después de los casi 4 años que llevo haciendo sesiones de fotos de bebés y mamis embarazadas, y los miles de posts de mis amigas en sus Facebooks sobre sus embarazos ¡en algún momento se me tenía que pegar! Jaja. Y estoy más feliz y emocionada que nunca en mi vida. Es un sentimiento nuevo y que va in crescendo. Eso sí, no puedo mentir. A pesar de tener 34, tener mi propia pequeña empresa que (gracias a Dios) funciona, vivir sola, haberme juergueado todo lo que mis 20s aguantaron, haber viajado (aunque tal vez no tanto como hubiera querido), estudiado una maestría y hecho tantas otras cosas que dicen por ahí que son parte del “éxito” personal, aún me muero de miedo de tener una personita en mi panza. Me muero de miedo de cómo será cuando nazca, me muero de miedo de tenerla en la panza y no poder verla todos los días o a cada rato para saber si está bien (si hubiera algún aparato casero para hacerse ecografías, seguro ni saldría de mi casa), si estará bien, si yo estaré bien para que ella esté bien, me da miedo que no sea feliz, me da miedo no poder darle todo lo que necesita y más. Pero sobre todo me da miedo no llegar a ser la mejor versión de mi misma para educarla con el ejemplo.

 

Tengo que confesar también que aunque no puedo más con la felicidad de saber que seré mamá, también dudo por momentos de si debí haber esperado un poco más. De si es el momento correcto, de si aún no me quedaban cosas por hacer antes de enfrentarme tal vez al mayor reto de mi vida. Y claro, me encantaría haber conocido al mi príncipe azul y poder ser felices para siempre, pero aunque aún tengo la esperanza de algún día enamorarme bonito y tener una familia como las de las películas, no es el tipo de familia que estoy empezando en este momento. La vida sucede mientras uno hace planes, así que heme aquí. Con un frijolito en la panza. Y ya hice las paces con la idea de empezar “sola”. Si mi mamá pudo, estoy segura que aprendí bien de ella. Sé además que no soy la única y que muchas de ustedes se identificarán fácilmente con lo que escribo.

 

Y sí, ya sé. Lo que quieren es la carnecita, el chisme, ¡los detalles! Así que empezaré a contarles un poco sobre: ¿Cómo me enteré?. Pero este será el tema de mi próxima entrada en este nuevo blog. Las dejo como con el final de Luis Miguel… ¿qué habrá dentro del sobre? :O

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¿Quieres saber cuáles son nuestras sesiones para bebés y niños?

1.- New Born: esta sesión es para tu bebé recién nacido. Es importante que no excedamos los 12 días como máximo, ya que luego de este periodo tu bebé se despertará más fácilmente y se empezará a estirar, por lo que será difícil encontrar las posiciones fetales y hacer las fotos que tanto soñaste 🙂 Lo ideal es que nos avises el día que estás dando a luz (sabemos que estarás en otra, pero podrías pedirle a una prima o amiga que esté atenta para que nos envíe un correito, por ejemplo), para poder ir programando la sesión 🙂 Nosotros tenemos en el estudio todos los accesorios que podríamos utilizar en su sesión, pero siempre son bienvenidas tus propuestas 🙂 Si tu parto fue muy complicado, podemos hacer también las fotos en tu casa. Aunque lo ideal es hacerlas en nuestro estudio, donde tenemos la calefacción, la luz, el espacio y todos los accesorios a mano como para hacer la sesión que tenemos en mente 🙂

 

2.- Bebés de 1 a 5 meses: sabemos que coordinar una sesión de recién nacido puede no ser fácil, porque los primeros días de tu engreído en casa son una revolución. Así que si no llegaste a hacerle la sesión de recién nacido, este paquete es lo ideal. No pretendemos que se quede dormido, pero si lo hace, seremos felices 🙂 Puedes traer sus juguetes, vestiditos y todos los accesorios y ropita que quieras que usen en la sesión, aunque nosotros también tenemos muchas cosas lindas especialmente hechas para las sesiones con bebés a esta edad.

 

3.- Bebés y niños de 6 meses hasta los 6 años: los bebes empiezan a sentarse desde los 6 meses. Así que esta edad es perfecta para poder hacer fotos hermosas ya sea en estudio o en algún parque bonito. Usaremos pizarritas, peluches, pelotas, globos o lo que se nos ocurra para hacer magia con fotos hermosas que durarán toda la vida.

 

4.- Smash the Cake: en esta sesión dejaremos que tu bebe haga todo el desastre que evitas que haga en casa, dándole una tortita con la que podrá jugar. De hecho, la idea es que le vayas dando compotas, purés y otras comiditas con que pueda ir jugando y texturas con las que pueda ir experimentando para que cuando llegue a nuestro estudio, tenga muchas ganas de destrozar la torta. ¡Haremos fotos muy divertidas! Por lo general, son sesiones para niños que van a cumplir un año. Pero si te provoca, podemos hacerlo a los 2, 3 o a la edad que quieras 🙂 Nosotros incluímos una tortita de chantilly y la decoración. Pero si quieres una torta y decoración personalizada, también se puede hacer con un costo adicional.

 

5.-Bebé/Niños Campestre/Playero: vamos a la playa! Wo oh oh oh oh! O a Cieneguilla, Antioquía, Lomas de Lúcumo, o adonde se te ocurra que quisieras hacer una sesión de fotos con tu engreído. Por supuesto, podemos hacer también fotos con la familia 🙂

 

6.- Baby Follow Up: este es un paquete de 12 sesiones de fotos a lo largo de 1 año. Al final, te entregaremos un collage en el que verás cómo ha crecido en todo este tiempo. ¡Una idea genial! 🙂

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